¿Qué es la conciencia? No sólo en el sentido de conciencia como estado neuronal que condiciona eficientemente el funcionamiento psíquico, sino también en el sentido de autoconciencia reflexiva,  es decir, como condición para comprender el mundo tal cual es y de nosotros mismos como parte del mundo. A su vez podemos preguntarnos: ¿Qué hace la conciencia?¿Qué ventaja biológica o evolutiva proporciona este “dispositivo” tan sofisticado en la lucha por la conservación de las especies?

Sabemos que otras especies, plantas y animales, muchos de ellos autómatas, después de todo, utilizan la ornamentación como señal para llamar la atención, imitando una característica  que no tienen para intimidar a un competidor o atraer a un socio potencial. En cierto sentido, podemos decir que el adorno, y por extensión lo bello y lo feo o terrible, parecen estar relacionados al instinto de protección del individuo y/o de la especie al servicio de proteger la vida contra la destrucción y la muerte.

La primera experiencia estética más elemental y fácil de definir es la que podemos experimentar cuando estamos frente a una flor bonita o una mariposa con colores brillantes; sentimos esta experiencia cuando contemplamos aspectos concretos que nos brindan satisfacción o placer debido a su simetría, colores llamativos, aroma o textura agradable y suave. Podemos complementar este primer sentir estético añadiendo a la contemplación nuestra experiencia y aprendizaje, es decir, dejar la contemplación para incluir nuestro componente intelectual, “descargar” nuestras experiencias y sensaciones para poder generar un diálogo creando así nuestro catálogo de experiencias estéticas.

Sin embargo, establecer un sistema universal que defina al sentido estético es insostenible, debido a que los valores estéticos cambian de acuerdo a cada región, dependiendo de la etapa histórica a la que pertenezcan, la fluidez económica e incluso a hechos y juicios personales de cada individuo dentro de la sociedad; esto da como resultado que muchos teóricos aporten su concepción filosófica condicionada a su noción estética. Además esta noción de fenómeno estético abarca varias experiencias estéticas personales, delimitadas por el conocimiento y la experiencia de cada uno de nosotros como individuos dentro de una sociedad que da peso a lo que es bello y correcto, contra lo que es malo, dañino o feo.

El arte o las piezas artísticas son el resultado de varias intenciones, como hacer visible un sentimiento, idea o pensamiento, crear diferentes realidades o utopías, o bien sólo externar y expresarse a sí mismo. Para poder analizar y digerir una obra de arte, debemos hacer uso no sólo de nuestros sentidos (vista, olfato, tacto, oído y gusto), sino complementarlo con nuestro conocimiento del uso de signos o símbolos, y percepción a las sensaciones que nos sugiere la pieza de arte a analizar; este proceso, un tanto libre a conclusiones diversas y dependientes a las personas que están creando su propia experiencia estética, hace más compleja la tarea de definir cómo debemos vivir nuestro sentido estético frente a piezas artísticas que muchas veces pueden resultarnos placenteras o satisfactorias, también puede ocasionarnos un choque de emociones como la nostalgia, enojo o rabia e incluso ser muy estimulantes y bellas para contemplar; pero de ninguna manera puede ser ignorado, puesto que sea un resultado positivo o negativo en nuestro estado anímico, al final cumplió su misión de ser contemplados y provocarnos un sentimiento, creando un criterio estético.

Google News