Sobresale en el plan oficial para 2015 el aumento del gasto a la asombrosa cifra de 4.6 billones, cuando apenas en 2012 (y después de mucho despilfarro de los gobiernos panistas) llegó a 3.9 billones. En 2000 fueron 1.2 y en 2006 2.3 billones.

La discusión tradicional sobre si el aumento se explica por el gasto corriente o el de inversión pública ya dejó de tener el mismo sentido de antes. Esto por el hecho de que la economía no creció más que 1.1% en 2013 y sólo 1.8% hasta el primer semestre de 2014, ya sea que el gasto fuera corriente o de capital.

Como medio para crecer sostenidamente, en las últimas administraciones no se sostiene que el gasto público sea la herramienta. La prueba está en que la economía desde Fox sólo ha crecido 1.96% anualmente.

Desde luego, ha habido años de condiciones externas desfavorables, como 2009, pero también otros cuando el producto saltó. Lo inquietante es que el gasto creció en todos los años, pero, en cambio, la economía no lo hizo. No es porque un gasto adicional no represente mayor demanda y así una oportunidad para los productores, sino que la asignación que gobiernos y congresos han hecho de este gasto no impulsa la producción doméstica.

Al aumentar el gasto sin interrupción, cuando la producción petrolera va a la baja, crea un talón de Aquiles para la estabilidad futura. No sólo porque requiere de más endeudamiento, sino porque también crea presiones para más aumentos de impuestos. Dicho aumento no es una buena herramienta cuando la economía está débil, pues con ello se quitan recursos al sector privado que luego se reflejan en menor aumento del consumo y de la inversión.

Este último efecto ya se refleja en los esfuerzos que hacen las familias para bajar sus gastos. Por ejemplo, a pesar de que en el segundo trimestre de 2014 parece haber una mayor tasa de crecimiento, las ventas de supermercados cayeron 3.2% anualmente en julio.

Otro problema del gasto en crecimiento alto es el posible error de pronóstico del crecimiento del PIB. El economista y matemático Erick Limas lo analiza en su nota Crecimiento real del PIB de México: Error de Pronóstico Sistemático, para el período de 2000 a 2013. Concluye que hay un error medible de 1.13 puntos porcentuales de sobre-estimación, a partir de la publicación de los Criterios Generales de Política Económica cada año.

Aunque la política presupuestal tiene mecanismos para ajustar los gastos a escenarios de menores ingresos, causados éstos por un menor crecimiento al estimado originalmente, en la práctica esto siempre es difícil, una vez que la clientela política del gasto (congresistas, gobernadores y contratistas), ponen en marcha sus planes para gastarlo, los cuales no esperan a que se compruebe que el crecimiento es menor.

Esto es precisamente lo que explica que entre 2000 y 2013 el gasto total del sector público haya aumentado de 19% a 26% del PIB. Si bien es cierto que para reanimar la inversión privada, especialmente en momentos de cambio político, el gobierno debe echar por delante su propia inversión, la efectividad de esta estrategia depende de que al ambiente de negocios cambie y las empresas crean que se trata de un capítulo nuevo y diferente al anterior.

Este clima aún no se crea, entre otras cosas porque en los dos años desde finales de 2012 han ocurrido eventos internos y externos que hoy pesan en el ánimo de las empresas. Si lo anterior es cierto, la respuesta de la inversión privada al mayor gasto público será menor que lo que se espera.

Analista económico

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