Las políticas de distanciamiento social implementadas por las autoridades en días recientes tienen por objeto evitar la saturación de los servicios de salud por la propagación del coronavirus. Mientras más pronto entendamos que su propósito es protegernos y proteger a las personas más vulnerables, más pronto entenderemos la necesidad de hacer todo lo posible por obedecer y quedarnos en casa. Punto.

Esto no significa que ahora estoy de acuerdo con todas las posturas del presidente López Obrador o del gobernador Francisco Domínguez (siguen sin ser santos de mi devoción). Por el contrario, estoy en desacuerdo con ellos en muchas cosas, principalmente en la forma en la que han sido omisos en el combate a la violencia contra las mujeres y la garantía de nuestros derechos humanos. Pero esos desencuentros no están por encima de mi decisión de cerrar filas con ellos en pro de la salud de todas las personas que integramos la sociedad mexicana, sobre todo aquellas que corren mayor riesgo de llegar a enfermarse de Covid-19. Por eso es de suma importancia que todos y todas hagamos nuestra parte en el combate del coronavirus y así más rápido podamos volver a nuestras actividades favoritas (en mi caso escribir de las políticas públicas que me irritan y los políticos que las diseñan).

Desearía tanto poder decir que todos vamos a estar bien, pero eso no lo sé. Muchos y muchas seguramente saldremos bien libradas, pero no será así en todos los casos, eso nos dicen las estadísticas. Es claro que esta pandemia nos está revelando mucho sobre quiénes somos como personas y como sociedad y, tristemente, algunas de las cosas que están saliendo a la luz son de plano vergonzosas. Sin embargo, también nos ha mostrado muchas cosas positivas: la gran fortaleza, enorme empatía y la formidable solidaridad de la que somos capaces las y los mexicanos en tiempos de crisis.

Recordemos que mientras más estrictos seamos en seguir las instrucciones de las autoridades sobre el distanciamiento social, en la medida de nuestras posibilidades, menor será el impacto en nuestros servicios de salud y en los trabajadores y trabajadoras de hospitales y clínicas, menor será el contagio de nuestros adultos mayores y mayor será la capacidad de respuesta de las autoridades.

Hoy nos toca poner de lado nuestras diferencias políticas, respirar hondo y cerrar filas con las autoridades, porque en estos momentos de crisis todo lo que hacemos fuera de las paredes de nuestras casas impacta enormemente en lo que ocurre dentro de otros hogares. Paradójicamente, hoy nos toca aislarnos para protegernos en comunidad. En verdad deseo que todas las personas enfermas se recuperen muy pronto, incluidos los tres gobernadores que han dado positivo a la prueba.

Ya vendrán tiempos mejores en los que podamos subirnos nuevamente al ring de la discusión política. Mientras tanto guardemos nuestra distancia y dejemos a los expertos que hagan su trabajo, porque, como bien decía mi adorada abuela, mucho ayuda quien no estorba.

Activista defensora de derechos humanos e integrante del Centro Latinoamericano para La Paz, la Cooperación y el Desarrollo

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