Uno de los asuntos vitales en nuestra cotidianidad dentro de las ciudades es lo que se conoce como movilidad sustentable que constituye un referente obligado para mejorar la calidad de vida en común.

De suyo, es un tema que debería ocupar las agendas de los distintos actores  interesados en la búsqueda de alternativas que combinen la necesidad de desplazarse libremente — considerando los requerimientos de todos—, reduciendo los niveles de contaminación y favoreciendo la convivencia saludable y armónica.

Actualmente constituye uno de los desafíos centrales del desarrollo urbano en las diversas ciudades del mundo. Se podría decir, y con razón, que se ha convertido en condición sine qua non para un mejor futuro.

Sin embargo, siendo tan importante en el debate sociopolítico y cultural, no suele registrar la prioridad que merece. Por ello, ha sido un acierto incluirlo en el Congreso Virtual “Ciudades de México: retos 2020”, organizado por la Red de Secretarios de Desarrollo Urbano en México (Redsedum) que preside Romy Rojas.

Independientemente de abordar muchos otros contenidos interesantes, la movilidad fue considerada por especialistas con la participación de los secretarios estatales de desarrollo urbano del país. Y esto, dicho sea de paso, es una buena noticia en medio del desorden que sobrellevamos.

Es verdad que muchos ciudadanos aún no se refieren directamente a este concepto, pero ello no evita las consecuencias que  enfrentan diariamente y que confirman su conveniencia. En buena medida, también —hay que decirlo— la movilidad sustentable no ha sido bien explicada; esto es, comunicada pedagógicamente, lo cual implica la trasmisión de contenidos de manera sencilla y sensible con relación a los diferentes públicos.

Cada vez más, resulta urgente contar con propuestas profesionales e innovadoras para enfrentar la saturación de las vías de comunicación y mejorar los desplazamientos. Cuando, por ejemplo,  se padecen grandes congestionamientos debido al volumen de tráfico, experimentamos retrasos, pérdida de tiempo, incomodidades, accidentes, contaminación —entre otros costos—, y queda de manifiesto que  se ha superado la capacidad de las vías pero, aún más, lo que resulta inocultable es que el modelo elegido y repetido desde hace años, tiende a  agotarse y requiere, simultáneamente, de políticas públicas eficientes —con gran sensibilidad social—, así como de la conciencia y cooperación ciudadanas en torno a la movilidad sustentable. La corresponsabilidad es fundamental. Las tendencias son preocupantes, los efectos negativos se multiplican y el modelo seguido  es insostenible. Hay que cambiar, y tenemos el tiempo en contra.

Para mejorar la calidad de la vida urbana, además de una visión realista e interdisciplinaria, se impone el impulso de un adecuado transporte público, mismo que deberá brindar un buen servicio a los usuarios; mejorar la capacitación y supervisión de los conductores; reducir sus niveles de contaminación; y cumplir con los ordenamientos de tránsito. A ello, habrá que sumar los traslados a pie, en bicicleta, el uso compartido del automóvil, así como la eficiente gestión de sistemas integrados de movilidad urbana  para  todos, y la calidad de los espacios públicos.

Lo enunciado hasta ahora busca atraer la atención respecto a la complejidad y relevancia de este apasionante  tema que exige gestión inteligente y sensible. En este sentido, la Redsedum considera aportaciones significativas para la construcción de una mejor agenda de movilidad urbana en torno a ciudades  sustentables.

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