Una de las diversas y principales aspiraciones del gobierno de cualquier urbe es lograr la mejor movilidad posible que contribuya en la calidad de vida de su población y su prosperidad, para lo cual se realizan estudios, se desarrollan los planes así como las acciones correspondientes.

Las hipótesis de partida no siempre son las más adecuadas, pueden no corresponder al entorno real, lo que dará lugar a planes inadecuados, políticas erróneas y realizaciones que no podrán cumplir con el propósito fundamental. En el caso de la ZMQ se ha llegado a expresar que la ciudad ha crecido con dispersión, se han construido desarrollos inmobiliarios en zonas alejadas del centro de la ciudad que encarecen la prestación de servicios municipales y estatales, como lo son el agua potable, el transporte público, la seguridad y la recolección de residuos sólidos urbanos. Esto mismo causa mayor gasto público y privado, pérdida de horas hombre, traslado, consumo de gasolina y contaminación ambiental.

Algunas ventajas de fomentar la construcción de edificaciones altas, son el mejor aprovechamiento del terreno, concentrar población, facilitar y economizar en la infraestructura de servicios. Nuestra Metrópoli ha destacado, en la última década, por la gran cantidad de nuevos edificios altos y plazas comerciales, sin embargo, la concentración poblacional que propician se sirve de la deficiente e insuficiente infraestructura vial, lo que conlleva al posible deterioro de la calidad de vida. Indudablemente, nuestra ZMQ padece de dispersión, pero la concentración de desarrollos inmobiliarios que se está generando en varias áreas de nuestra urbe, no cuenta con las vialidades competentes para las exigencias actuales y, menos, para las venideras.

La movilidad sostenible debe atender los problemas ambientales y sociales, ocasionados por la generalización de un modelo de transporte urbano, basado en el automóvil particular, con inconvenientes entre los que destacan la contaminación y los efectos nocivos para la salud de la población, así como la saturación de las vialidades. Se deben implementar alternativas que ayuden a mitigar los efectos negativos de este modelo y crear un nuevo arquetipo de ciudad sostenible. Resulta indispensable establecer como objetivos un modelo de transporte eficiente, que mejore la competitividad del sistema productivo y dé mayor seguridad en los desplazamientos, mejorar la calidad del aire y la calidad de vida de la población.

La ZMQ ha venido creciendo de forma anárquica, provocando un deterioro en los ecosistemas. Se tiene que lidiar con la problemática de los asentamientos humanos irregulares, con el poderoso empuje de los desarrollos inmobiliarios y de los intereses económicos mal orientados, así como con la alta concentración de vehículos de transporte individual y público que no parece mejorar y que incluso sigue contaminando ostensiblemente. Muchos vehículos de transporte de materiales en la ZMQ (escombro y tepetate, entre otros) son unidades obsoletas, suelen carecer de la protección de los materiales que cargan, los cuales durante el traslado se dispersan como partículas al aire y al suelo provocando contaminación ambiental, afectando las vialidades, generando riesgos, contaminación por emisiones de gases y ruido, entre otros daños.

Con la tasa de crecimiento poblacional que tiene nuestra ZMQ y para apoyar el aumento en productividad y competitividad, deben proveerse la infraestructura y servicios necesarios para la movilidad de personas y bienes. Sin embargo, dicha provisión de infraestructura presenta un reto significativo, maximizar la productividad económica y el crecimiento, minimizando al mismo tiempo los impactos negativos sociales y ambientales.

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