“El odio era un vómito que los libraba del vómito mayor, el vómito del alma”
Clarice Lispector.

Morena es el hueso más apetitoso de la 4T, más de 1,600 millones de pesos para gastar a sus anchas y la posibilidad de imponer candidatos a gobernadores, sí, pero también miles de regidurías, presidencias municipales y diputaciones federales y locales. Es demasiado poder que ciega a cualquiera, máxime cuando los grupúsculos, enanitos morales en su mayoría, babean frente al tesoro de poder a dos pasos de sus narices.

En unos días conoceremos a los ganadores de la encuesta que determinará a quienes encabezarán la presidencia del partido y la secretaría general, lo más probable es que ambos personajes sean de grupos políticos antagónicos, durante la campaña (que se supone, no existe) los golpes han sido muchos y han sido muy bajos, las heridas no sanarán fácilmente y lo más probable es que el partido siga indómito, desbordando ruindad.

Existe la idea, particularmente entre el círculo rojo, sobre una presidencia que ya tendría en el bolsillo Mario Delgado, pero, ¡cuidado!, porque el camino para Porfirio Muñoz Ledo no está tampoco bloqueado del todo, 2020 ha dado muchas sorpresas y no dudemos un extraño giro en el destino, máxime si la operación del puntero se descoordina en puntos estratégicos.

Con todo, si Mario Delgado se convierte en el siguiente presidente del partido deberá pagar hartos favores que se verán reflejados en las candidaturas del siguiente año, llegarán personajes extraños a los puestos locales que terminarán por desnudar el cobro de cuentas, ya lo veremos.

Me resulta curiosa la versión de Ricardo Monreal tras la campaña de Delgado, ¿pues no que Mario es gente, ciento por ciento, de Marcelo Ebrard?, ¿será que veremos, dentro de relativamente poco, una carrera por la presidencia entre el Canciller y el mandamás del Senado?

En la realidad, ni uno ni otro han tenido el tiempo ni la posibilidad de jugar por la dirigencia con todas sus fichas, pero aún con las diferencias políticas que podrían existir entre ambos, al menos ninguno parece apostar a la radicalización y eso es una buena noticia que ojalá termine por subir, aunque sea un poco, el decaído nivel de debate en la política del país.

Insisto, los ojos están puestos en la presidencia, pero la secretaría general juega un papel determinante en la operación de Morena, ¿qué pasará si ahí se asientan los puros?, ¿tan solo al llegar declararán la guerra al nuevo presidente?, ¿vendrán más patadas por debajo y por arriba de la mesa con tal de obtenerlo todo?, ¿ganará el canibalismo o al fin veremos el nacimiento de la institucionalidad?

Lo más gracioso de todo esto es que algunos apuestan a que esta asquerosa riña por el partido determinará al candidato que podría suceder a López Obrador… Ahora resulta que el presidente que lo controla absolutamente todo en el país no va a tener mano en la elección de su posible sucesor o su sucesora, ahora resulta que Morena será democrático para el gran puesto de 2024. Ajá.

El show hubiera sido muy entretenido de no ser porque Morena refleja la nauseabunda calidad política que hoy vive la República. Son un espejo de nuestra polarización. Ni modo, ya les tocará, como a todos, madurar a punta de crisis y tragedias.
Éxito.

DE COLOFÓN

En honor a Mario Molina el presidente debería de usar el cubrebocas más seguido.

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