Sin el ánimo de arrebatar con el título de este texto el sentido de aquella película To Sir with love (traducida como Al maestro, con cariño) protagonizada por el actor Sídney Poitier, sí quiero expresar mi admiración y sobre todo mi respeto por todos los profesores de México. 
En el más simple de los sentidos, todos somos maestros, pero no todos podemos ser profesores, me dijo alguna vez un maestro de primaria. En aquel entonces a mis escasos 10 años no alcanzaba a entender plenamente el significado, pero sí se me grabó la frase que con vehemencia nos dejaba el profesor Arnulfo. Quién diría que años después habría de involucrarme en la docencia y posteriormente en la gestión educativa universitaria.

Hoy entiendo de aquella frase del profesor Arnulfo, que todos podemos ser maestros ya que de muy diversas maneras enseñamos, transmitimos conocimientos, pero sobre todo comportamientos, pero no todos podemos ser profesores. Aquí es donde me quiero entretener.

Hoy la reforma educativa trastoca todos los niveles educativos en México al iniciar, entre otras cosas, con los procesos de evaluación docente, este es un ejemplo más de comportamiento que se espera de nuestros docentes, que exista la plena consciencia por evaluarse, por diagnosticar su nivel y capacidades para la enseñanza, que entre otras cosas permita identificar aquello que hace falta para lanzar programas y detonar estrategias que formen a los docentes y se mejore el nivel de enseñanza de temas tan necesarios como comprensión lectora, ciencias y matemáticas, por mencionar solo algunos. Pero el tema es el enseñar con el ejemplo, y el movimiento se demuestra andando, diría el poeta.

Hoy la responsabilidad que tienen los docentes es mayúscula, no sólo es contar con el dominio de su tema, sino además saberlo transmitir, es decir contar con aquellas habilidades que le permitan enseñar y generar conocimientos y aprendizajes significativos en muy diversos contextos y ante una muy amplia variedad de estudiantes; significa además asumir un papel de tutor o acompañante -diría yo-, ya que como profesor se vive la trayectoria y devenir de nuestros estudiantes, jugando el papel de amigo, consejero o asesor; por otro lado este importante rol, el de ser profesor, hoy en día también significa participar activamente en actividades de gestión académico administrativas, desarrollo tecnológico, educación continua, y muchas más. En fin, que resulta sumamente retador el papel real de un profesor hoy día en nuestro país.

Quiero centrarme para finalizar esta colaboración, en ese papel ejemplar para sus estudiantes, que deben potenciar primordialmente nuestros profesores; en ese cúmulo de actitudes y comportamientos que definitivamente hacen la diferencia entre los profesores y aquellos que son excepcionales, entre los que nos transmiten conocimientos y los que nos transforman en seres pensantes, entre aquellos que recordamos por ser estrictos o duros y aquellos que dejan huellas imborrables en nuestra persona. Ese es el verdadero papel de un profesor, el sembrar una semilla en sus estudiantes, pero sobre todo en provocar que ellos no sólo quieran cultivarla y convertirla en un fuerte árbol, sino en provocar que aquellos en quienes la siembra la quieran convertir en un bosque y con ello transformar su realidad.

Gracias a todos mis profesores, propios y compañeros, amigos y ejemplos de vida, seres cuya vida, presencia e historia han marcado la mía, permitiéndome marcar algunas más.

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