Algunas encuestas ponen al jefe de Gobierno de la CDMX, Migue Ángel Mancera, al frente del “Frente Ciudadano por México”, con un porcentaje superior a 10 puntos sobre Ricardo Anaya, en población abierta, su más cercano competidor; seguido por Rafael Moreno Valle. Entre la militancia de los partidos, ambos panistas rebasan a Mancera; en el PRD la preferencia es abrumadora hacia el jefe de Gobierno. Con el tiempo encima este fin de semana estarán decidiendo tanto en el PAN como en el PRD, cuál será el método para seleccionar o elegir al candidato del Frente.

Mancera propone el método de consulta abierta a la población, al igual que Rafael Moreno; método al que rotundamente se opone Ricardo Anaya, por temor —dice— a que el priísmo se vuelque y participe en la elección del Frente. Lo cierto es que Ricardo Anaya, quien ha preparado todo para ser él el candidato, sabe que perdería la elección abierta ante Mancera, de ahí su negativa; socarronamente no ha querido encartarse ni descartarse como aspirante a la candidatura, por ello todo hace suponer que ha trabajado arduamente para ser el candidato del PAN, a la Presidencia de la República; como prueba están los millones de promocionales que no ha permitido compartir con nadie de su partido para proyectar de manera exclusiva su figura personal, aprovechando las prerrogativas en materia de publicidad. Al extremo que varios gobernadores panistas le han pedido que les participe de los tiempos oficiales del PAN. Vamos, Anaya incluso aprovechó el tiempo oficial del PAN, para enfrentar las acusaciones de su enriquecimiento familiar inexplicable, haciendo a un lado a su partido; le ganaron el egocentrismo y la desesperación por la abierta evidencia de que fue objeto por este prestigiado medio periodístico sobre el enriquecimiento, a grado tal que incurrió en falsedades al momento de difundir que su derecho a la réplica era como consecuencia del triunfo en un juicio de amparo que propiamente lo exoneraba del enriquecimiento inexplicable. Ante el desatino tuvo que quedarse callado

Rafael Moreno, ex gobernador poblano, afirmó esta semana que, si hay imposición de candidato, como lo pretende Ricardo Anaya, el Frente tendrá candidato pero no Presidente de la República. Ante las presiones internas de que ha sido objeto Ricardo Anaya, sin decisión de su Asamblea Nacional, ni de su Consejo o Comité Ejecutivo, adelantó que en los estados en donde habrá elecciones locales, será decisión soberana de cada entidad decidir si van o no en alianza electoral. De tal suerte que esta decisión unipersonal y unilateral hizo más evidente que el dirigente nacional del PAN ha hecho un —sucio— doble juego; para ciertos actos jurídicos y políticos él no puede decidir. ¡Ha! Pero para otros en los que no son de su personalísimo interés sí puede decidir sin necesidad de aprobaciones de su partido. Ante confesión de parte, relevo de pruebas, dice el dicho entre abogados litigantes. Lo mismo ha sucedido, sin tanto aspaviento, con Alejandra Barrales, una de las tres partes; ella va tras la candidatura de la CDMX, pero no ha confesado; ella tiene el tiempo encima, dado que el próximo mes dejará la dirigencia nacional del PRD y las horas corren. Los perredistas, por su parte, felices, dado que Mancera va a la cabeza en las encuestas y pugnan por la elección abierta.

Ricardo Anaya, sin embargo, ha condicionado el paquete de las elecciones federales al juego del Frente, las 500 candidaturas a diputaciones federales, 300 de mayoría y 200 de representación proporcional y las 128 senadurías de los 32 estados, las de mayoría, de primera minoría y de representación proporcional. Deben recordar que el Frente Ciudadano por México desaparecerá en el juego político-electoral, una vez que suscriban el convenio de coalición los tres partidos —si es que lo logran— dado que los frentes no pueden participar en actividades electorales, así lo establece la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales; el tiempo para registrar los convenios de coalición electoral se les agota, por eso la urgencia de elegir el método hasta hoy enfrentado. Además, Miguel Ángel Mancera pretende condicionar la creación y firma del acuerdo de gobierno de coalición, para que, en el supuesto caso de que ganaran las elecciones, sepan con claridad cómo administrarían el amorfo gobierno de tres partidos políticos de oposición entre ellos mismos, a quienes sólo los mueve el interés por quedarse con el Poder Federal.

Analista legislativo. @HectorParraRgz

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