Mis queridos lectores, una vez más nos saludamos y, bueno, quiero platicarles en esta ocasión de mi abuela Paula y el tema viene porque  está a mi cuidado, pues mi madre anda por los Iunaites y me tocó la labor de cuidarla. Pero bueno, el punto es que ella siempre estuvo  pendiente de mí desde que tengo memoria, ella es una mujer de 91 años que durante toda su vida, o casi toda, se desempeñó como ama de casa, madre de siete hijos y viuda de dos maridos, tuvo la mala fortuna de quedar viuda de mi abuelo, don Bucho, un hombre muy arraigado a la antigua que no la dejaba ni respirar y que sus celos no le permitían dejarla bailar en ninguna de las fiestas que alegremente se celebraban en la familia, así transcurrió su vida durante largos 70 años hasta que tristemente enviudó y también se liberó.

Me platicó que al ir con su médico —él siempre la miró llorar y sufrir la muerte de mi abuelo—, le recomendó algo y con las siguientes palabras le dijo “Paula ya deja de llorar y ve a los bailes con las personas de la tercera edad”,  ella ni tarde ni perezosa fue y ahí descubrió algo que le alegró la vida y fue el baile, especialmente el danzón y  sí le cambió la vida, pues sus seres más allegados jamás la vieron llorar de nuevo, se acabaron las tristezas e inició una nueva vida, en donde el baile se volvió parte fundamental de su existir y hasta encontró el amor de nueva cuenta.

Ella fue Miss Simpatía en tres ocasiones y representó dignamente a la tercera edad en toda la República Mexicana, y me explicó lo que es bailar líricamente, o sea al más puro sentimiento y técnicamente contacto los pasos para desempeñarse de manera educada al bailar el danzón.

Recuerdo una anécdota en la que platicó que al salón de baile entraba con su pandilla de señores de la tercera edad y pedían una botella de medio litro de tequila para casi 10 incautos, pero que en sus bolsos  llevaba comida, botanas y una garrafa de tequila de la forma más clandestina posible, le preguntaba el mesero de la siguiente forma: “Paula no me engañes, ¿no me digas que con esa botella todos se emborracharon?”. Me hablaba mucho de orquestas clásicas danzoneras, como Nereidas, Mocambo, La pajarera, entre otras grandes melodías.

Cada día que pasa ella se aleja más, se vuelve más viejita y me da pesar recordar tantos momentos que pasé desde mi infancia hasta  hoy,  y como un día lo dije, jamás me imaginé que yo la cuidaría como ella me cuidó a mí. Me quedo sin tinta y se me aguadan los ojos al recordar, así que nos leeremos en otra ocasión, soy el Pollo Rock.

@pollorockmusica

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