Esta semana que termina, uno de los temas que más se publicó en los medios fue el del bullying, es decir, la violencia o acoso, que se da en muchas escuelas, especialmente entre los adolescentes, pero que también se da en ambientes laborales, sociales o políticos.

La falta de consideración hacia la dignidad humana es la principal razón por la que se da el bullying, el ataque o la molestia a otra persona.

Esa falta de consideración puede darse por ignorancia, por influencia del medio, o simplemente porque pensamos que no estamos obligados a realizar acciones positivas en favor de los demás y que no hay ninguna ley que nos impida expresar un desagrado, un menosprecio o una burla hacia otros. Posiblemente sí sabemos que está prohibido proferir palabras ofensivas, amenazas y, con mayor razón, golpes o afectaciones físicas, pero podríamos llegar a pensar que mientras lo hagamos de modo que no se nos pueda culpar legalmente, entonces podemos hacerlo.

Aquí cabe preguntarnos si la referencia para calificar la bondad o maldad de los actos estamos tomando en cuenta la ley moral o la ley humana o las dos. Cabe preguntarnos si las leyes civiles tienen que ahondar en el reconocimiento de leyes o valores morales.

En unos cuantos días, circularon noticias de un niño de 12 años muerto en Tamaulipas, de que un maestro en Puebla aconsejó a una víctima de bullying comprar pistola, de que un alumno que sufría bullying apuñaló a un compañero en Cozumel y que investigan suicidio de estudiante, por bullying, en Sonora.

Y por si esto fuera poco, también se dio a conocer que México ocupa el primer lugar internacional de bullying, de acuerdo a un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, cuyo secretario general, por cierto, es el mexicano José Angel Gurría.

A lo largo de la historia siempre ha existido este fenómeno.

Algunos educadores, como Juan Melchor Bosco Occhiena, San Juan Bosco, que fundó los colegios salesianos a medidados del siglo XIX, han hecho propuestas de cómo promover la virtud en los jóvenes, con lo cual, se fomenta que los jóvenes realicen acciones positivas y, por su pueto, que eviten las negativas.

En el “método preventivo” de don Bosco, se incluye que los jóvenes, en su ambiente educativo y familiar eviten el ocio, las malas compañías, las malas conversaciones y el escándalo. Para este educador, la virtud también se fomenta con la práctica de la religión, que incluye, el conocimiento de Dios, la obediencia a los padres y educadores, el respeto a los lugares sagrados y a los ministros del Señor, la lectura espiritual y la palabra de Dios y la devoción a María Santísima.

Entre las acciones prácticas que proponía este método preventivo está también el que en los recreos y en los tiempos para comer alimentos en las escuelas, los niños estén dirigidos y acompañadas por personal de la escuela, no como policías, sino como amigos en alegre y sana convivencia.

Otra acción preventiva, aunque es difícil, es buscar que los padres de familia en las escuelas tengan oportunidad de platicar con maestros y los demás padres de familia, a fin de que, si se vislumbran problemas de bullying, se puedan expresar y que los propios alumnos que lo practican sepan que pueden ser detectados.

El asunto es importante. Hay que reforzar en la sociedad el valor del respeto a la dignidad humana desde la concepción a la muerte natural si queremos favorecer virtudes y acciones positivas entre nosotros.

Analista político y miembro del PAN

Google News