Más de cuarenta millones de posibles votantes en México tienen entre 18 y 39 años. Se les conoce como nativos digitales porque nacieron rodeados de avances tecnológicos. Esos jóvenes se comunican de manera diferente y se informan, sobre todo, a través de plataformas digitales.

Según el Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana 2016, los jóvenes mexicanos manifiestan más interés en votar pero se informan menos sobre asuntos políticos que los de su misma edad en otros países. Pero aún cuando no busquen estar al tanto de lo que pasa, la información los encuentra. Lo mismo aparece en redes sociales que en los chats de amigos y familiares. En el mismo espacio en el que se intercambian remedios para la gripa y se organiza una fiesta, circulan datos sobre los candidatos a puestos de elección popular.

Mucho de lo que ahí se difunde puede ser exagerado, sacado de contexto o de plano falso y, sin embargo, tiene más credibilidad entre los participantes del chat que lo reportado por los medios tradicionales porque lo comparte alguien a quien conocen y en quien confían. Ahí radica el enorme poder de esas plataformas. Lo tremendo es que muy pocos saben el origen de esa información. Simplemente la reciben, la leen (a veces ni eso) y la transmiten. Como va, sin filtros, sin verificación y sin pensar en las implicaciones.

Facebook superó el año pasado los dos mil millones de usuarios. En 2014 adquirió WhatsApp, con sus más de mil millones de internautas. Tiene un poder enorme y no ha dejado de innovar para crecer su fuerza en el mundo de la información. Pero ahora sus esfuerzos se concentran también en evitar convertirse en una amenaza para la democracia. Hace unos días, su titular de Compromiso Cívico, Samidh Chakrabarti, reconoció que “tardaron mucho en reconocer el abuso que algunos hacen de su plataforma.” Dijo que si bien “Facebook se creó para conectar con amigos y familiares, una cantidad sin precedentes de personas lo ha usado para poner sus energías políticas en ello.”

A esta y a otras redes les llovieron críticas por su papel en la pasada elección estadounidense. Fueron, sin querer, un instrumento para difundir propaganda y desinformación generada desde perfiles falsos. Chakrabarti aseguró que “están trabajando diligentemente para reducir esos riesgos”. Por lo pronto contrataron a más de 10 mil personas para trabajar en seguridad y protección. Además, introdujeron métodos para detectar las noticias sospechosas de ser falsas.

Las redes sociales han sido ya determinantes en muchas elecciones. Sin duda lo será también este 1 de julio en México, donde algo sabemos sobre campañas sucias. Falta ver el nivel que alcanzará el lodazal en el mundo digital. Prepárense.

HUERFANITO. Terminó el litigio entre el Gobierno de la CDMX y el consorcio que construyó la Línea 12 del Metro. Una buena noticia para los chilangos, porque de los 6 mil millones de pesos que pretendían cobrar a la ciudad, se pagarán solo mil 600. Sin embargo, es difícil alegrarse. Y es que tendremos una Línea 12 deficiente que, además de costar 70 por ciento más de lo originalmente planteado, requerirá de por lo menos 300 millones de pesos anuales para mantenimiento. Una línea lenta y con rieles que tienen que ser constantemente rectificados. No me pidan, pues, celebrar ese arreglo judicial.

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