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Hoy, estimados lectores, el tema que nos ocupa es literalmente trágico. Hace unos días el Airbus A320 que volaba de Barcelona a Düsseldorf se estrelló en la parte francesa de los Alpes; seis personas de la tripulación, junto con ciento cuarenta y cuatro pasajeros fallecieron, según datos oficiales, entre ellos dos mexicanas. A todos, con mucho respeto, les dedicamos esta columna.

Lo que les presento ahora no es una recomendación, es una remembranza del acontecimiento fatal del 13 de octubre de 1972, similar al que acabo de mencionar. Me refiero al accidente  del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la cordillera de los Andes. Este hecho ha merecido, entre otras cosas: un museo, 15 libros, dos películas y un documental. Aunque la sociedad de la nieve (el grupo formado por los 16 sobrevivientes) reconoce como auténticos sólo ocho de esos libros en su sitio oficial, entre los que sobresalen: Milagro en los Andes de Nando Parrado;  Después del día diez de Carlos Páez; Las montañas siguen allí de Pedro Algorta (los tres autores son sobrevivientes) y Entre mi hijo y yo, la luna de Carlos Páez Vilaró (padre de uno de los sobrevivientes). También son “oficiales” la película Alive, basada en el libro de Piers Paul Read, filmada en 1993, protagonizada por Ethan Hawke, narrada por John Malkovich y dirigida por Frank Marshall, así como el documental Stranded. I’ve come from a plane that crashed on the mountains (Vengo de un avión que se estrelló en las montañas), dirigido por Gonzalo Arijon en 2008.

Pero “El Milagro de los Andes” llegó a la pantalla muy poco después de haber ocurrido, en 1976, en una producción mexicana titulada Los supervivientes de los Andes dirigida por René Cardona, basada en el libro Survive del periodista Clay Blair. En este filme, que durante los años ochenta vimos una y otra vez en televisión, aparece un elenco entonces juvenil, acompañado de Hugo Stiglitz, Norma Lazareno, Luz María Aguilar, Lorenzo de Rodas, entre otros. La cinta  provocó cierta polémica debido al tratamiento del tema del canibalismo que experimentaron los sobrevivientes en medio de la nieve y en condiciones adversas, además de las imprecisiones propias de una adaptación. Y sí, en efecto es una realización algo cruda, pero que dista mucho de las exageraciones de películas que también tratan acerca de accidentes aéreos como Un día para sobrevivir (The Grey), donde la ficción lleva a Liam Neeson a cometer verdaderas proezas dignas del héroe de acción en el que se ha convertido.

Mi compañero y amigo Domingo Valdés, reportero de este medio, me pidió que hablara de alguna película que tuviera que ver con el deporte. Los supervivientes de los Andes no está directamente ligada al deporte, pero sí relacionada, ya que  quienes viajaban en ese avión, rumbo a Santiago de Chile, eran los integrantes del equipo de Rugby Old Christians del Colegio Stella Maris para disputar un encuentro amistoso, junto con algunos familiares, 45 personas en total. Aquí el encargo a medias; pero él sabrá, mejor que yo, acerca de cuestiones como el homenaje a Sergio Catalán en la  final de la Copa Libertadores de 1973. Catalán fue el arriero al que encontraron Fernando Parrado y Roberto Canessa el 22 de diciembre, después de 72 días de la caída del avión y diez de caminar por las montañas.

Las investigaciones sobre el caso del vuelo GW19525, hasta el momento de escribir este número de De tinta y celuloide, indican que el suceso fue provocado por el copiloto. Resulta  entonces que ciento cuarenta y nueve personas  no volvieron a ver a sus familias por voluntad e idea de alguien más, igual que en el atentado del 11 de septiembre en Nueva York y del 11 de marzo en Madrid. Al 11/11 se le han dedicado varias publicaciones y realizaciones fílmicas y al 11-M también, incluso una canción interpretada por el grupo hispano La Oreja de Van Gogh. No nos extrañaría pues, que al 24 de marzo también se le rememorara de diversas formas. Ya en el Diario Milenio dedicaron un artículo muy emotivo al “último abrazo” de Daniela Ayón, una de las mexicanas que viajaban a bordo de la aeronave. Por desgracia, no es la primera vez que un mexicano se encuentra en una catástrofe de esta naturaleza. Recordamos aquí con cariño y profundo respeto que la actriz Lupita Pallás y su hija Laila (madre y hermana del comediante Jorge Ortiz De Pinedo) murieron en el atentado terrorista a un avión que viajaba de Atenas a El Cairo en 1985, sin olvidar los varios mexicanos en el ataque a las Torres Gemelas.

No hay palabras de consuelo que alcancen para el dolor de padres, hijos, hermanos, esposos, novios o amigos de las víctimas del siniestro de Germanwings. Sé que por mucho tiempo estarán a la espera de que un arriero, en este caso francés, los encuentre, al menos a algunos de ellos, vivos; tal y como siempre quedarán en nuestra memoria.

Presidenta de Desarrollo Comunitario para la Transformación Social
@AliciaColchadoA

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