8 de marzo de 2023. Un feminicidio en Morelos en las primeras horas del día. En México son asesinadas 10 mujeres al día. Desde 2015 que inició el registro, ha habido más de 6,500 feminicidios. Solamente el año pasado fueron casi mil. En 2023 ya llegamos a 70.

El 45% de las mexicanas ha sufrido algún tipo de agresión o acoso sexual en su vida. En este país se resuelven sólo 4 de cada 100 casos de violación. México necesita alrededor de 37 años para incorporar al medio millón de mujeres que faltan para cerrar la brecha de género en las carreras vinculadas a la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

En 2022 la brecha de ingresos fue de 14%: por cada 100 pesos que recibe un hombre por su trabajo al mes, una mujer recibe 86. Desapareció el programa de estancias infantiles que apoyaba a las madres trabajadoras. Para 2023, los recursos que se entregan para este propósito tendrán una reducción de 4.5% y serán menos de la mitad de los que se destinaron en 2018. Las guarderías del IMSS tendrán una disminución para 2023 de 534 millones de pesos de 2023. Sólo 27% de las mujeres que necesitan integrarse al mercado laboral están cubiertas por los programas gubernamentales, es decir, 7 de cada 10 mujeres no tienen apoyo del gobierno. De los 97 programas que atienden a las mujeres, el 87% no son específicos para ellas. La prisión preventiva justificada se impone en el 47% de los casos para las mujeres, mientras que en los hombres en el 41% de los casos. Más del 50% de las mujeres privadas de la libertad en 2021 no tenía una sentencia.  Hay 35 millones de padres ausentes. En 7 de cada 10 divorcios no se cumple con la pensión alimentaria.

Esta es la realidad de ser mujer mexicana. Sin juicios, sin opiniones, los puros datos. Pero hay quien piensa que “mejor vamos a cuidar el Palacio”, no vaya a ser que se logre el propósito de que “nadie hable del narcoestado, del conservadurismo”.  “Mejor vamos a cuidar el Palacio… imagínese si logran quemar el Palacio”. “Mejor vamos a cuidar el Palacio” y que ellas se cuiden solas. Al fin que yo tengo mi acto dentro de ese bien cuidado Palacio en donde las mujeres de mi gobierno —que son unas cuantas comparadas con las de afuera— corean mi nombre en el 8M.

Las consignas de afuera no se escuchan. No importan. No marchan por ellas, marchan contra mí.

Las de afuera sólo marchan por sus vidas: por conservarlas, por mejorarlas y por la libertad de poder decidir sobre ellas. Sin más.

historiasreportero@gmail.com

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