Cuando inicié mi vida laboral, hace casi veintisiete años, me afané por seguir o quizá perseguir un patrón que “encajara” con lo que consideraba debía ser mi carrera profesional; enrolarme en el primer trabajo, eventualmente regresar a estudiar o hacerlo permanentemente, esforzarme en mi desempeño para “escalar” posiciones y buscar mejorar, siempre mirando hacia adelante, siempre pensando en aportar, a la compañía u organización en la que trabajaba, no solo tiempo, sino mi talento, ingenio y ganas de hacer las cosas de manera diferente.

Hoy que me acerco “peligrosamente” -es un decir, porque lo he disfrutado bastante- a las tres décadas acumulando trabajo en cinco diferentes organizaciones públicas y privadas con más de una decena de posiciones, reflexiono respecto de mi trabajo y aportaciones en este tiempo. Por qué lo hago, podrán preguntarse los lectores de este espacio, pues porque he invertido una cantidad importante de tiempo presencial en cada una de las posiciones laborales que he tenido y recientemente, leyendo un artículo del trabajo por objetivos y home office, he descubierto que seguramente como muchos de ustedes, he trabajado casi siempre por objetivos, sin importar tiempo ni lugar donde he tenido que realizar mis actividades -excluyendo quizá mi trabajo como profesor universitario-; es decir, he dedicado una cantidad verdaderamente relevante de tiempo, esforzándome por alcanzar objetivos trabajando desde cualquier lugar imaginable, esto ha incluido salas de aeropuertos, aviones, habitaciones de hotel, en eventos, en trayectos dentro de vehículos y en fin, lejos de parecer exceso de trabajo o desorganización, mucho ha tenido que ver mi estilo de trabajo personal.

Casi tres décadas después y sin haber vivido personalmente algún tipo de posición laboral naturalmente definida, o susceptible de serlo, en modalidad home office, todo parece mostrar que en realidad muchos de nosotros, hemos trabajado en esta modalidad quizá sin darnos cuenta del todo. La cantidad de horas adicionales, en casa o desde el lugar que fuera han significado, en muchas de las ocasiones, el cumplimiento y entrega de resultados que han hecho la diferencia.

Ahora bien, según los expertos, no todas las posiciones son susceptibles de desempeñarse desde casa, al igual que no todos los trabajadores son proclives a ello. Es decir, si el trabajo necesariamente tiene que ver con el uso de las instalaciones e infraestructura de la compañía, si se requiere atención y trato ya sea con el cliente o con compañeros de trabajo para el logro de los objetivos, entonces no es posible hacer home office para dicha posición. Del mismo modo debe existir cierta tendencia a la autogestión, a la auto motivación y sobre todo al logro irrestricto de objetivos y a la manufactura de entregables por parte del trabajador. Para ambos casos las organizaciones deben procurar las condiciones tecnológicas y de seguimiento adecuados para que aquellos a quienes promuevan con este estilo de trabajo, logren lo que la organización busca, una mezcla de productividad en un ambiente de balance entre vida personal y profesional en sus trabajadores.

La reflexión de esta semana #DesdeCabina, más que pretender incentivar a las organizaciones -más a las privadas que a las públicas- a promover la cultura del trabajo desde casa, es un recordatorio para los que promueven el trabajo por objetivos, dicho recordatorio es a su vez un reconocimiento para los jefes que lo incentivan -aún sin saberlo plenamente-, al final del día esa libertad para hacer que las cosas sucedan es mucho, pero mucho más que solo el home office.

Rector de la UNAQ
@Jorge_GVR

Google News