La semana pasada, el Senado de la República dio un paso importante para nuestro país en materia de narcóticos y regulación de sustancias, en específico, aprobó el uso recreativo, medicinal e industrial de la Cannabis.

Ya desde octubre de 2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación concedió un quinto amparo para permitir a los particulares la siembra y producción de marihuana, con fines de autoconsumo. Ello trajo consigo la existencia de una declaración general de inconstitucionalidad y la obligación correlativa para el Congreso de la Unión de regular el tema.

En este, como en otros casos, la Corte abrió la senda para permitir actividades que inicialmente no estaban autorizadas pero que, al amparo de los derechos humanos y la Constitución, ahora deben ser incluso reguladas y protegidas.

Así pues, ante la posibilidad de que a lo largo y ancho del País se presenten juicios de amparo al por mayor, y que se derriben los obstáculos legales que impiden a los interesados obtener esos beneficios, resulta obligatorio entrarle nuevamente a la discusión del tema, máxime cuando ya existe un cumplimiento de la Corte pendiente.

Entre las novedades, la Ley contempla la creación de un Instituto Mexicano de Regulación y Control del Cannabis, la venta con fines lúdicos y recreativos de la sustancia, así como la intervención de los estados y municipios en el control de los puntos de venta; sin embargo, deja mucho que desear sobre la prevención.

Independientemente de las virtudes o defectos de la iniciativa y más allá de discutir sobre si estamos o no de acuerdo con la despenalización de la marihuana, no debemos olvidar que las instituciones del Estado tienen un mandato superior que reconoce el artículo 4º Constitucional y que se refiere a proteger la salud de los mexicanos.

En este sentido, cabe preguntarnos, si en la Ley ¿contamos con programas de prevención suficientes y eficaces para desalentar el consumo?, ¿podremos garantizar que los menores de edad no tengan acceso a la sustancia?, ¿Es posible evitar que la sustancia se convierta en un substituto del cigarro?

Y no es para menos, la marihuana se ha ubicado como la droga más consumida en el país, y a la par del alcohol y el tabaco, representa un problema de gran relevancia, debido a las consecuencias sanitarias y sociales que conlleva.

Sin duda la inclusión de la marihuana como sustancia legal y de libre consumo, representará un gran reto para la salud pública, pues será necesario generar políticas públicas y directrices que garanticen, como en los espacios libres de humo de tabaco o el alcoholímetro, que la sustancia sea consumida con responsabilidad, que no afectará a quienes no deseen consumirla y que no llegará a manos de los grupos más vulnerables.

Ahora es necesario esperar a que la Ley sea aprobada por la Cámara de Diputados federal, lo que al parecer  así será, dado que la mayoría de Morena así lo indica. En ese sentido, será interesante revisar los mecanismos de prevención que para ello se prevean, a fin de garantizar que esta sustancia no se convierta en un problema más, para la salud de las y los mexicanos.

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