Hace un par de semanas me contaron acerca de un robo que llamaba la atención porque fue muy peculiar, ya que los delincuentes únicamente se llevaron tres objetos de un valor mínimo, dejando otros de mayor valor en el lugar. Esto lo pongo sobre la mesa porque me recordó un famoso robo de arte que, por sus peculiaridades y  el misterio que lo rodea, aún crea controversia y curiosidad entre los fanáticos del arte, el cual te contaré esta semana.

El robo que sufrió el Museo Isabella Stewart Gardner, localizado en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, ha pasado a la historia por ser muy misterioso y de un monto alto. En la madrugada del 18 de marzo de 1990, timbraron a la puerta del museo dos sujetos que aparentaban ser policías, el guardia de seguridad, encargado de custodiar el museo por la noche, cometió el gran error de abrirles la puerta, escribo error porque una vez dentro los sujetos mostraron sus verdaderas intenciones: robar el museo. El guardia fue sometido y llevado a la fuerza al sótano, donde permaneció hasta el horario de apertura, gracias a esto los delincuentes pudieron robar el museo sin prisas y sin ser advertidos por el equipo de seguridad del museo, ya que los videos de las cámaras de seguridad igualmente fueron robados, los únicos testigos del robo fueron los sensores de movimiento que registraron cada uno de los movimientos de los delincuentes.

Los criminales fueron selectivos y parece que llevaban una lista detallada de las obras de arte que robarían, al igual de cómo llevárselas, ya que llevaron consigo herramientas para desmontar diferentes pinturas de óleo de sus marcos y sólo transportar el lienzo, dejando en el museo los marcos como prueba del robo, a pesar del uso de las herramientas, por las condiciones de los marcos olvidados se presupone que algunas de las piezas sufrieron daños irreversibles en su estado de conservación. En una hora y 30 minutos, los delincuentes robaron  13 obras de arte, entre ellas La tormenta en el mar de Galilea de Rembrandt Van Rijn, pieza de inigualable valor cultural, ya que fue el único paisaje marino que elaboró el autor, ésta y las 12 piezas restantes tienen un valor aproximado de 500 millones de dólares, además de un valor cultural inigualable. En la actualidad, las piezas siguen desaparecidas y el museo ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por información acerca del caso. Como tributo al tesoro cultural hurtado, los marcos de los lienzos robados permanecen en las salas del museo donde se encontraban colocadas originalmente las obras de arte.

Los robos de arte como éste son peculiares, por la dificultad que significa vender las piezas en el mercado negro del arte, al ser obras de alto perfil, difícilmente los colecciones se arriesgan a comprarlas, por esta razón una de las teorías más solidas de este famoso robo es que fue encargado por alguien.

Hoy me gustaría proponer el arte como un misterio. El misterio de este caso tan peculiar radica en éstas y en cientos de preguntas más: ¿dónde se encuentran estas obras de arte?, ¿el robo fue encargado?, ¿el guardia de seguridad estaba coludido con los delincuentes?, ¿por qué esas piezas? Pero, ¿tú qué opinas acerca de este robo?

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