Cruz Azul vuelve a vivir en depresión, sin anotar, sin atacar, siendo el equipo que parecía ya haberse quedado en el olvido. El muy buen torneo anterior y lo que tanto se presumía sobre la gran gestión en las oficinas, hoy no existe. Si bien, el representante de Iván Marcone utilizó el destacado rendimiento del argentino la temporada pasada para “chantajear” y pedir más dinero a la directiva, lo cual es una actitud poco profesional y ética, resulta inentendible que la cúpula de un equipo que ha desperdiciado millones de dólares en refuerzos de pacotilla, no le haya convencido con un incremento salarial y lo dejara escapar.

La salida de Marcone representa todo lo que ha sido Cruz Azul en los últimos tiempos, donde la inteligencia parece perdida y los caprichos son los que imperan, aunque eso no quita que la fuga de talentos de la Liga MX es cada vez más constante.

Al ser México un país comprador, más que exportador, y destinar muchísimos millones de dólares en los presupuestos de los equipos para compra y pago de salarios de jugadores, los sudamericanos de calidad más arriba de la estándar utilizan a la Liga MX para dos situaciones: enriquecerse y crear un trampolín para irse a un equipo de mayor renombre, ya sea en Europa o sus propios países. A diferencia de otros, que buscan naturalizarse y jugar en la Selección Mexicana.

Christian Bragarnik, quien se ha convertido en el promotor de cabecera de Ricardo Peláez, tanto en el América como ahora en el Cruz Azul, hace el trabajo que mejor le convenga a su representado. Los promotores no son el diablo; al contrario, son personajes necesarios en el futbol, pero que si ven un hueco del cual aprovecharse, lo harán. Para eso se les destina un porcentaje de los salarios y fichas de los jugadores.

El caso de Marcone no es novedad en Cruz Azul. Sucedió con algunos otros, como Teófilo Gutiérrez, Edixon Perea y hasta el propio Javier Aquino, como tampoco algo nuevo en la Liga MX. En tiempos recientes ha sucedido con Edwin Cardona, Emanuel Villa, Humberto Suazo, Mauro Camoranesi y hasta Christian Benítez, que en paz descanse, por recordar solamente a algunos.

Otro punto fundamental para la salida de algunos futbolistas es que la Liga MX no trasciende más allá de Washington y Vermont; es decir, solamente tiene una penetración real en México y Estados Unidos, por lo que jugadores de esta categoría no encuentran cabida en sus selecciones nacionales, debido a que nadie —de quienes toman las decisiones de llevarlos a los combinados nacionales— los ve, en cuanto a los que son personajes importantes. Por estas razones es más que justificada y entendible la salida.

Además del volante argentino, hace algunas semanas el portero Tiago Volpi pidió al Querétaro cederlo al Sao Paulo, con el objetivo de estar en el radar de la selección brasileña, para la que —está seguro— tiene nivel, pero el problema es que nadie del cuerpo técnico del pentacampeón mundial lo vería si se mantenía con los Gallos Blancos.

Ahora fue Marcone, quien dejó claro que la Liga MX no es tan conocida en el mundo, como algunos directivos se empeñan en presumir cuando dan alguna declaración.

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