Miro mis manos tratando de leer en las líneas de su palma mis íntimos dolores y mi felicidad compartida. Los dedos recorren el teclado y todavía saben de memoria el lugar de cada letra.

Puedo escribir con los ojos vendados, benditas sean mis profesoras de secundaria. Llegará el día, cuando pasen muchos años, en que teclear palabras sea un camino cuesta arriba. Hoy, por fortuna, mis dedos se mueven ágiles entre los pequeños cuadrados que definen un alfabeto peculiar: las máquinas de escribir fueron creadas en 1868 y la primera línea de teclas contenía las letras de la palabra “typewriter”.

Christopher Latham Sholes, nacido en Pennsylvania, Estados Unidos, fue un inventor formado en las imprentas de su tiempo. Creó un equipo con Samuel W. Soulé y Carlos Glidden para construir la máquina para escribir cartas que patentaron en 1868. No tuvieron el capital para desarrollar una planta de producción, así que vendieron los derechos de la patente a la compañía de armas Remington por 12,000 dólares. Desde entonces, las máquinas de escribir, las computadoras y dispositivos móviles han tenido el teclado QWERTY aunque haya intentos de cambiarlo por uno más lógico.

Trabajo con mis manos que se deslizan sobre este artilugio como el pianista levanta sus dedos y los baja con fuerza controlada para presionar las teclas blancas y negras de su valioso instrumento. Él produce música, yo enunciados que pretenden generar espacios de reflexión en la mente de mis lectores. Cuando escucho música, agradezco cada hora de práctica que los artistas dedican a crear su arte.

Miguel Hernández fue un poeta alicantino muerto en prisión en 1942 por su oposición al régimen franquista. De él dijo Neruda: “Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra”.

Hernández escribió: “La mano es la herramienta del alma, su mensaje, / y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente. / Alzad, moved las manos en un gran oleaje,hombres de mi simiente. // Ante la aurora veo surgir las manos puras / de los trabajadores terrestres y marinos, / como una primavera de alegres dentaduras,de dedos matutinos. // Conducen herrerías, azadas y telares, / muerden metales, montes, raptan hachas, encinas, / y construyen, si quieren, hasta en los mismos mares / fábricas, pueblos, minas. / Estas sonoras manos oscuras y lucientes / las reviste una piel de invencible corteza, / y son inagotables y generosas fuentesde vida y de riqueza”.

Homero Aridjis, genial poeta de Michoacán, escribe sobre un hombre maduro que ve pasar a una bella mujer. Su poema se titula “Afrodita y el viejo o la edad escrita en las manos”, y dice: “En la terraza del café / el viejo lee su edad / escrita en las manos. // Las pecas, las venas, los canales, / los surcos rugosos, los huesos trapecio / y metacarpo, denuncian los años. // De la muñeca al dorso, se observan las marcas / del tiempo como anillos en troncos añosos. // Él se abisma en la parte central donde se borran / las líneas de la vida y surgen cinco dedos crispados, / el gordo, el índice, el cordial llamado grosero”.

Concluyo esta selección de poemas recordando la “Casida de la mano imposible” de Federico García Lorca: “Yo no quiero más que una mano; / una mano herida, si es posible. / Yo no quiero más que una mano / aunque pase mil noches sin lecho. // Sería un pálido lirio de cal. / Sería una paloma amarrada a mi corazón. / Sería el guardián que en la noche de mi tránsito / prohibiera en absoluto la entrada a la luna. // Yo no quiero más que esa mano / para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía. / Yo no quiero más que esa mano / para tener un ala de mi muerte”.

Pienso que me gustaría sentir sobre mi frente la mano de mi madre en la noche de mi tránsito. Entonces recapacito y me retracto: no quiero que ella sufra mi pérdida. Prefiero besar sus dedos y su dorso. Que Dios elija a quien cubra mis manos con la sábana blanca que menciona el poeta

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