Hace unos días se informó que personal de la Policía Estatal y el DIF habían acudido en auxilio de una niña de 9 años tras recibir un reporte que informaba de había sido, aparentemente, abandonada por su mamá.

Mi pregunta en estos casos siempre es ¿Y el papá?¿O acaso la responsabilidad recae sólo en la madre?

Creo que la cobertura mediática que se da a este tipo de casos amerita un análisis más allá de sí es correcto o no dejar sola a una pequeña en su casa. Estoy de acuerdo en que esto la pone en riesgo.

Sin embargo, por las notas periodísticas, es evidente que muchas personas aún piensan que ser una buena mujer significa ser una buena madre, y que nuestro rol se limita a cuidar a nuestros hijos e hijas, a atender las tareas domésticas y las demandas del marido. Pocas veces cuestionamos la responsabilidad del padre. Un ejemplo es este caso en el que ni siquiera se menciona su participación en el abandono de la pequeña. Se asume, desde los estereotipos de género, que la responsabilidad recae exclusivamente en la progenitora.

Si se analizaran la crianza y el cuidado desde la perspectiva de género, entenderíamos que las expectativas que la sociedad impone a las mujeres son muy altas, porque se espera que hagamos todo y que todo lo hagamos bien. Pocas personas se detienen a considerar la enorme presión que muchas mujeres experimentan debido al abandono de la pareja, a la pobreza, a la carencia de redes de apoyo, a la responsabilidad de la crianza monoparental y a la violencia familiar.

En la sociedad en general, y en los medios de comunicación en particular, sigue habiendo una ley no escrita que responsabiliza a las mujeres de la educación de los hijos e hijas, de la limpieza de la casa y del cuidado de las personas adultas mayores, enfermas o con discapacidad. Se espera la perfección que viene de la bondad, el autosacrificio y la sumisión de las “mujeres buenas.” Pero, ¡ay de aquella que se salga del molde, porque de inmediato se le tilda de “mala madre”!

La idea, tan arraigada, de que la presencia de la madre importa exponencialmente más que la del padre para los niños y niñas se deriva de la falta de información, de la discriminación y de la perpetuación de roles y estereotipos establecidos por un sistema patriarcal que impone a las mujeres una pesada carga de responsabilidad no compartida y de horas interminables de trabajo no remunerado.

Las fallas estructurales que limitan los espacios en estancias infantiles, la carencia de escuelas de tiempo completo y la necesidad de salir a trabajar para proveer de lo mínimo necesario a nuestros hijos e hijas, ante la omisión del pago de alimentos del padre que abandona, o ante la necesidad de huir del hogar familiar para romper con ciclos interminables de violencia, deben considerarse cuando se juzga si una mujer está actuando correctamente o no.

Estigmatizar a las mujeres como "malas madres" es una forma de violencia simbólica que debe ser erradicada de nuestros medios de comunicación.

Titular de Aliadas Incidencia 
Estratégica e integrante de la 
Red Nacional de Alertistas. 
Twitter: @mcruzocampo 
FB: maricruz.ocampo

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