La forma en que el gobierno federal armó y documentó tan rápido el expediente de lavado de dinero del empresario Manuel Barreiro y sus operaciones financieras con el candidato presidencial Ricardo Anaya no es nuevo en este sexenio. Un expediente muy parecido, por el mismo delito y con mecánica similar, utilizaron en febrero de 2013 para acusar y consignar a la maestra Elba Esther Gordillo, entonces lideresa del SNTE. Y en ambos casos aparece el mismo autor de las investigaciones: el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, Alberto Bazbaz, quien apenas el 10 de enero renunció a ese organismo para irse como director del Cisen.

Bazbaz armó el expediente de “lavado de dinero y operaciones con recursos de procedencia ilícita” con el que encarcelaron a Elba Esther y, también ahora, en 2017, fue quien documentó  la ingeniería financiera de triangulaciones, transferencias entre empresas “fantasma” en México y en paraísos fiscales, para ocultar el rastro y la ruta del dinero con el que Barreiro le pagó a Anaya, vía prestanombres, 54 millones de pesos por sus bodegas en Querétaro. No es casual que el mismo “sabueso” financiero —en 2013 bajo las órdenes de Luis Videgaray y en 2017 dirigido por José Antonio Meade— haya investigado y documentado, con la misma metodología (follow the money) dos casos claros de venganza política contra opositores y disidentes del actual sexenio, revestidas ambas de indagatorias judiciales.

Basta ver hasta dónde llegó el caso contra Gordillo, para saber lo que se le viene a Ricardo Anaya. El uso del aparato de justicia y la politización de un caso penal, no son nuevos este sexenio; lo hicieron también en el Edomex para “tirar” a Josefina Vázquez Mota. Están claras dos cosas: 1. El gobierno peñista quiere descarrilar al panista y sacarlo de la contienda. Y 2. Tienen mucho material y documentación de las operaciones financieras de Anaya y de sus vínculos con el presunto lavador Barreiro (más de lo conocido hasta ahora) y no dudarán en usarlo, así los acusen de politizar la procuración de la justicia.

Por algo un político con la experiencia de Diego Fernández de Cevallos, hoy asesor de Anaya, comentó el lunes al periodista Luis Cárdenas en Noticias MVS: “Es cierto, si Ricardo no puede superar esta andanada, está perdido. La única forma de evitar que él llegue a la Presidencia, es que se siga generando una percepción de que está involucrado en lavado de dinero y actos de corrupción. Si logramos que supere estas agresiones, él puede llegar lejos, pero si queda la percepción de que es un corrupto, pues no llegará y así es la vida”, comentó el  Jefe Diego.

Otro integrante del Frente, el jefe de Gobierno, Miguel Angel Mancera, dijo ayer que lo más “saludable” en las acusaciones contra Anaya es que la PGR desahogue las diligencias antes del 30 de marzo, fecha en que inician las campañas. “Si alguien debe ser citado a aclarar o declarar es lo conducente, por lo que no hay que retrasarlo”, dijo Mancera.

La pregunta es si Anaya y su equipo podrán revertir esa percepción y, sobre todo, enfrentar una acusación formal como la que ya alistan en la PGR y la SEIDO. Decir que “es una mentira del PRI porque están desesperados por la campaña en ruinas de su candidato”, es un estrategia agotada, aunque no le falte razón sobre el trasfondo político de las investigaciones. Si surgen nuevas evidencias que lo involucren directamente con los negocios turbios de Barreiro y las operaciones de lavado de dinero a través de empresas ya catalogadas por el SAT como “fantasma”, el joven maravilla necesitará abogados muy capaces para encontrar resquicios y rendijas legales para librarlo de un procesamiento judicial o de plano de un milagro para frenar la andanada del aparato jurídico-político que quiere hundirlo con todo y candidatura.

NOTAS INDISCRETAS… A los nombres para un posible “Plan B” en el Frente, en caso de una sustitución del candidato presidencial, ayer algunos sumaban a Rafael Moreno Valle, a Javier Corral y los más osados hasta hablaban de volver a considerar a Margarita Zavala. Algunos de esos nombres serían hasta bien vistos por Los Pinos; a otros de plano les pondrían cruz… Al reciente revés de Luis Videgaray, por la cancelación de un viaje ideado y promovido por él para llevar a Peña a la Casa Blanca, se suma ahora la grave acusación de que nuestro aprendiz de canciller conspiró, con sus homólogos de otros países —China, Israel y Emiratos Árabes, según The Wasgington Post— para “manipular e influir” a Jared Kushner, el influyente yerno de Donald Trump, a quien los diplomáticos de esos países veían como inexperto en asuntos gubernamentales e internacionales. Vaya, que las conspiraciones de Videgaray no sólo eran domésticas, sino también internacionales. Seguro después de esto ya no lo reciben en la Casa Blanca como hasta ahora: como a Pedro por su casa… Los dados mandan Doble Escalera. Mejora el tiro.

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