No cabe duda que al pasar de las décadas los mexicanos no sólo han quedado hartos de dictaduras perfectas sino de los partidos políticos en general, que han generado un sentimiento de fuerte animadversión entre el electorado.

Las transiciones democráticas que se empezaron a dar en los 90 y que culminaron con el triunfo de un partido distinto al PRI en el año 2000 trajeron nuevas expectativas a los mexicanos pero a su vez también nuevas decepciones.

En el ejercicio del poder, situaciones como corrupción, nepotismo, negligencia e ignorancia se presentaron también en los nuevos gobiernos emanados de partidos que por años habían utilizado estos vicios como bandera para destronar a los políticos de siempre.

Gradualmente quedó claro: los vicios del poder no eran exclusivos de un solo partido sino que parecía ser una enfermedad contagiosa para cualquiera que ocupara cargos legis-lativos y ejecutivos.

La irritación del electorado ante estas circunstancias ha pasado por distintas manifestaciones como el abstencionismo, el movimiento de 2009 llamando a anular el voto, el fortalecimiento de partidos políticos de reciente creación, el voto por los independientes y ahora también el voto por candidatos que a pesar del evidente desconocimiento del ejercicio de gobernar son preferibles a cualquier otra alternativa.

En este último caso, uno de los ejemplos más representativos fue el ocurrido en Cuernavaca, donde en las recientes elecciones de junio de 2015 para renovar el ayuntamiento, los electores dieron su apoyo al jugador de futbol Cuauhtémoc Blanco, quien incluso ni siquiera está claro, al margen de los documentos legales con que acreditó su residencia, si alguna vez ha vivido realmente en Cuernavaca.

A partir de la victoria de Cuauhtémoc Blanco, quien también ha incursionado como actor de novelas, este ha dado muestras de poco interés, falta de seriedad y de no tener proyecto de gobierno. En realidad esperar algo distinto del ex futbolista sería una verdadera sorpresa.

Por supuesto el hecho de que el nuevo presidente municipal de Cuernavaca no tenga la menor idea de qué hacer al frente de una ciudad tan importante, no quiere decir que nadie gobernará. De acuerdo con comentarios atribuidos a José Manuel Sanz, quien fuera representante de Cuauhtémoc como futbolista, el ex seleccionado nacional sólo firmará pero no tomará ninguna decisión, otros lo harán por él.

De esta tragicomedia electoral se deduce el sentimiento de desesperación de los electores, quienes al no encontrar respuesta de los políticos tradicionales e incluso experimentados, tienen que salir a votar por alguien que es sabido que de gobernar sabe poco o nada. Quizá es la manera de mandar un SOS. Si el experimento resulta desastroso será por supuesto producto de la democracia, que finalmente no es sino el menos malo de los sistemas políticos.

Abogado con maestría en Políticas Públicas. @maximilianogp

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