Mis estimados lectores, pues Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron ya y lo hicieron bailando el cha cha chá, al puro ritmo pandémico en donde los padres sufrieron y a duras penas lograron llevarle a sus hijos los regalos prometidos.

Vamos a platicar cómo me fue en lo que al pedido de regalos a los Reyes Magos se refiere, aún recuerdo que tenía al rededor de seis años de edad y en el transporte escolar venía la señora Carmenchu escuchando música que me gustaba, algo al estilo setentas (ahora lo sé, pues me volví asiduo a ese estilo), resultaron ser Credence Clearwater Revival, una súper banda estilo Bayou que me fascinó y, obvio, arribé a casa esperando llegara mi mamá de trabajar para platicarle y, como era un niño medio pedinche, quería pedirle de Reyes ese regalo para el día más esperado por todos los niños, ya en la cena platicando le dije, pero irónicamente no sabía el nombre de los intérpretes y de la canción menos, así que supliqué acabara la noche para preguntar al otro día a la chofer el nombre de la canción tan  pretendida.

Ya en el transporte, lo primero que hice fue preguntar el nombre,  la canción resultó ser la popular “Campos de algodón”, rola grabada en el álbum Willy and the Poor Boys del año del 69, alcanzando el primer lugar en México en el año del 70, obvio la voz de gran John Fogerty.

Ya con la rola más que identificada, sólo esperé la llegada a casa para anotarlo y aguardar para pedirlo en mi carta a los Reyes Magos, hablamos de la fecha de no diciembre, (en mis tiempos escolares salíamos a mediados de mes de vacaciones), hice mi carta donde pedía mis dulces, chocolates y, claro,  mi disco de los grandes intérpretes de Bayou y toda zona pantanosa de la Florida.

Pasó el tiempo y recuerdo bien que escuché tanto la canción, que la memoricé. Posteriormente, llegó el tan esperado día de Reyes Magos, todos los compañeros siempre platicaban sobre qué les pedirían, que si habían sido bien portados y bla, bla, bla, pero eso era algo que no me preocupaba, ya que yo era un jovencito que era buen chico, mi madre trabajaba al igual que mi papá, entonces la abuela Paula nos cuidada desde que llegábamos del colegio. Llegada la noche  me emocioné aún más, al grado de no querer dormir, pero el cansancio me tiró y, bueno, dormí como angelito, tanto que desperté hasta las ocho de la mañana y con una desesperada acción bajé al árbol a buscar mis regalos, había para todos, pero no veía lo anhelado, de pronto pude observar  una caja con un gran moño y sí, están pensando bien, ahí estaba un gran disco de vinilo con los grandes éxitos de Credence y entre ellos, la canción que se volvió un himno al paso del tiempo para mí, me di cuenta de lo especial y feliz que me hizo ese momento y de lo feliz que cualquier detalle puede hacer a un niño.  ¡Mil felicidades a todos los pequeños del mundo entero!, esa sonrisa ilumina y da esperanza. Soy el Pollo Rock.

 @pollorockmusica

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