Chicago, Illinois.— Por años he escuchado que los latinos son el futuro de Estados Unidos, un grupo que no cuenta con la representación política correspondiente a su dimensión demográfica. Con una elección legislativa importantísima el 6 de noviembre, el reto de movilizar a la primera minoría se centra en una prioridad: salir a votar.

Según el Pew Research Center, la diferencia entre los latinos elegibles para votar y los que acuden a sufragar va en aumento. A pesar de contar con más de 28 millones de potenciales votantes, históricamente, menos de la mitad acuden a las urnas. Es decir, gente en edad y condición legal para registrarse no lo hace o, peor aún, registrados no cumplen con su deber cívico.

Los resultados están a la vista. El país eligió a un presidente errático, un hombre que carece de la mínima empatía y decencia humana para encabezar una posición de liderazgo. Entre otras razones, la catástrofe ocurrió con la pasividad electoral de muchos latinos.

Aunque para ser justos, los republicanos preocupados por conservar su base han desplegado esfuerzos que ahuyentan a los votantes minoritarios.Sea con leyes que requieren presentar una identificación, rediseño de distritos electorales que arrebatan a las minorías poder real de decisión, recortes de nombres de las listas de electores para “prevenir fraudes”, el hecho es que la supresión del voto está en marcha.

En un ambiente de retórica chauvinista es comprensible que el ánimo por salir a las urnas no viva un momento estelar. No obstante, la raíz de la debilidad de los latinos es su baja participación. Sé de primera fuente que cuando los ejecutivos de medios de comunicación en español se reúnen con políticos para que compren anuncios éstos responden no estar interesados porque dicen “los latinos no votan”.

¡Claro!, si no hay retorno de inversión nadie apostará ni sacará la cara por nosotros cuando las conveniencias políticas pongan a los representantes en jaque para decidir entre lo correcto y lo conveniente. “El que no llora no mama”, dicen los puertorriqueños, y si los hispanos no votan, ¿cómo esperar que nuestras necesidades sean integradas en las políticas públicas?

Una encuesta encargada por la Asociación Nacional de Representantes Electos y Designados (NALEO, por sus siglas en inglés) encontró que seis de cada diez latinos consultados no han sido contactados por candidatos o partidos políticos para registrarse o acudir a votar. Faltan seis semanas para la elección que renovará el poder legislativo y que puede cambiar el ejercicio del poder y nuestra comunidad no parece estar invitada.

Si bien podemos victimizarnos por los esfuerzos de supresión y porque no nos hacen caso, al final votar recae en una responsabilidad personal. Todos los que contamos con ese privilegio debemos ejercerlo por interés propio y para dar voz a millones que no lo pueden hacer.

En esta elección casi la mitad de los latinos elegibles para votar son millennials, o sea, muy jóvenes. Hay que concientizar a nuestras comunidades sobre la correlación entre participar en la vida cívica y la calidad de vida que tenemos. Votar hace una diferencia para tener servicios públicos eficientes y para evitar que llegue a la máxima posición de poder un loco que nos llama criminales sin razón ni evidencia.

Los mexicanos somos una sociedad binacional y como tal es válido que usted se comunique con sus familiares en Estados Unidos y les recomiende registrarse y salir a votar. Que sus hijos jóvenes entiendan que el mundo se cambia sufragando y no compartiendo memes en las redes sociales. Estados Unidos necesita recuperar una mejor dirección y juntos, mexicanos y mexicoamericanos podemos contribuir.

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