Creo en una juventud comprometida con el mundo de hoy, capaz de tomar el relevo de los mayores sin prisas ni atropellos, en paz y armonía. Creo en una juventud que siente los problemas de los hombres y no se cruza de brazos ante la injusticia y la opresión. Creo en una juventud sincera y abierta a la generosidad, con defectos y derrotas, pero con deseos siempre de más.
Nuestro país es una nación de jóvenes, en donde convergen 38.2 millones de personas en 15 y 29 años de edad. La juventud mexicana ha sido testigo y protagonista de múltiples acontecimientos de transformación nacional; si por algo se ha caracterizado la juventud en nuestro país ha sido por la valentía, la solidaridad y el compromiso generacional adquirido.
En la actualidad la sociedad en general se enfrenta día con día a un mundo globalizado, que nos ha obligado a adquirir nuevos conocimientos, a enfrentar nuevas problemáticas y nuevos retos, y por ende nos ha convertido en una sociedad competitiva, cuyos integrantes luchan de manera constante por ganarse uno de los pocos lugares disponibles, tanto en el Por su parte vemos que los jóvenes en nuestro país son un sector que como todos tiene sus aciertos y sus errores: notamos con tristeza el aumento de los ninis, aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, la tasa delictiva en los jóvenes va en aumento y son presa fácil del narcotráfico y el crimen organizado, el desempleo juvenil es alarmante y la deserción escolar representa un factor de retroceso para nuestra nación.
La juventud mexicana en esta hora de grave crisis se identifica, a pesar de las diferencias y lejanías, por su empuje violento, su afán por destruir las antiguas estructuras que nos rigen y crear, o cuando menos soñar, en otras que contengan principios reales de justicia social, de humanismo actuante.
La juventud es la fuerza viva de la naturaleza, es el tesoro del que hablaba Rubén Darío, la juventud es la energía, es la renovación de los valores.
¿Cuál debe ser el comportamiento de la juventud ante la crisis que vive la humanidad?
En este mundo de consumo donde el materialismo carcome poco a poco las fibras de la solidaridad, de la ayuda y el respeto entre los seres humanos, es la juventud la luz de la esperanza; es en los jóvenes donde recae la responsabilidad impostergable de rescatar los valores perdidos, de ser ejemplo para los mayores y para la infancia de que la competitividad debe ser utilizada para mejorar el entorno en el que vivimos. El dulce rabí de Galilea, nos enseñó a desprendernos de las cosas materiales las veces que fueran necesarias si con ello podíamos ayudar a nuestros hermanos.
Hoy llamo a esta juventud a la reflexión, a responderle a la patria que nos llama agonizante al ver a tantos niñas y niños que aun en pleno siglo XXI se están muriendo de hambre, mientras sus jóvenes están preocupados únicamente por conseguir la última versión de iPhone, de iPad o de algún otro aparato electrónico.
Debemos lograr que sea la mano de los jóvenes la que sea el motor del mundo, porque es a través de su fuerza, inteligencia y valor como verdaderamente la unidad social puede sobrevivir, porque es a través de su visón fresca como se puede congregar el cambio sin apariencias y mentiras, porque sencillamente es a través de los jóvenes como se puede, con un tajo de su idealismo, redimir a todos los pueblos con la responsabilidad de creer y ser grandes.
Jóvenes amigos: la responsabilidad es enorme. El compromiso es austero. Tenemos en sí mucho de sacrificio y mucho de holocausto. Entonces al decir del maestro Benedetti: ¿qué les queda probar a los jóvenes en este mundo de consumo y humo? Nos queda tender manos que ayuden, abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno, situarnos en una historia que es la nuestra, no dejar que nos maten el amor, recuperar el habla y la utopía, pero sobre todo nos queda hacer futuro, a pesar de los ruines del pasado y de los sabios granujas del presente.
Oradora Nacional. Premio Estatal de la Juventud Querétaro 2013. @MadalyrmDavila