Dado el nivel de acoso de los estafadores y de los bancos, en él último año me he dado a la tarea de bloquear algunos números telefónicos de bancos y/o extorsión y ya tengo más de un centenar de teléfonos bloqueados. Uso los antivirus más potentes que hay en el mercado, pero aún así los hackers me han metido cargos indebidos a la tarjeta de crédito hackeando a Amazon y a Itunes.

Al cabo de décadas de recibir miles de llamadas de bancos y estafadores, caí en una trampa muy sofisticada. Comencé a recibir notificaciones en mi celular sobre cargos a mi tarjeta Bancomer; no era la primera vez, que me hackeaban los datos de una tarjeta. Intenté comunicarme con el banco, realicé entre cinco y seis intentos pero el sistema del banco nunca me permitió hablar con un ejecutivo. Luego me llamó a mi celular una persona que se identificó como ejecutivo de Bancomer quien me dijo que efectivamente se estaban realizando cargos a mi tarjeta, esta persona tenía mi nombre y número de tarjeta. Me condujo a una aplicación informática en la que tenía que ingresar mis datos para rechazar los cargos y dar de baja la tarjeta. Los especialistas nos aseguran que las aplicaciones de los estafadores ya son idénticas a las de los bancos.

Después recibí otras notificaciones de cargos a mi tarjeta vía correo electrónico y nuevamente intenté hablar al banco. Por fin una funcionaria de Bancomer me respondió, confirmó que sí se habían hecho dos transferencias a ScotiaBank por $19,999.12 y por $29,999.12 Le pedí a la funcionaria que detuviera las transferencias y comenzó a ofrecerme seguros contra fraudes. Finalmente me transfirieron al área de aclaraciones pero aún estos funcionarios se negaron a intervenir en el proceso sólo se comprometieron a realizar una investigación. Días después un funcionario bancario me confirmaría que los bancos no se comunican entre sí para resolver fraudes en curso.

Los días siguientes tuve que llamar a la policía cibernética para iniciar una carpeta de investigación y, después, levantar una denuncia ante la Fiscalía del Estado. La agente de la Fiscalía me advirtió que sería muy difícil encontrar al culpable, pues no hay forma de descubrir quién estuvo al otro lado del teléfono. Como los bancos no se hacen responsables de los fraudes, tenemos el crimen perfecto.

Hay que advertir que algunos bancos blindan las cuentas con “reconocimiento de voz”, con identificación de huellas dactilares, hay sistemas de dos o tres pasos para identificar al cliente, etc. pero los bancos menos evolucionados como Bancomer no suelen ofrecer esto a los usuarios. Lo peor de todo, es que cuando se les advierte que hay un fraude en curso te mandan a la fila, en vez de intervenir de inmediato. En este contexto de masificación de los fraudes, los bancos deberían colaborar para investigar y combatir a los estafadores. En este contexto de acoso en el que vivimos los usuarios de los bancos la solución pasa por salirse de todos los bancos posibles, sobre todo de los más ineficientes como Bancomer. Pero la solución también depende de que el gobierno y los consumidores exijamos a los bancos que se profesionalicen para blindar a los clientes y perseguir a los estafadores. De otra manera nunca saldremos de ese mundo horrible donde vivimos acosados por bancos y estafadores, donde el crimen sí paga porque los bancos no protegen a sus clientes.

Académico de la UAQ

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