Uno de los asuntos de mayor interés en estos tiempos electorales es la percepción que tiene la ciudadanía sobre “los políticos”, a los que considera que algunos son ineptos y corruptos.

Las expectativas de los ciudadanos han tomado un matiz de desencanto con la democracia, no es un fenómeno exclusivo de nuestro país sino que se presenta como una problemática generalizada en todo el mundo. Países que se consideran viven en democracias consolidadas, y países con democracias en proceso de consolidación o imperfectas, están padeciendo un desencanto similar y lo están manifestando en el desarrollo de sus campañas electorales. La intolerancia, la simplificación del debate político y la crítica a los acuerdos entre fuerzas políticas son expresiones comunes en los procesos electorales en la actualidad.

En consecuencia el voto de “ira”, que se trata de un voto “en contra” y no “por”, puede hacerse presente en el proceso electoral, teniendo una connotación interior eminentemente violento. Algunos autores concluyen que, la mayoría de las veces, es más fácil movilizar al elector “en contra de” que “a favor de”.

Sin embargo, como ciudadanos debemos hacernos las siguientes presuntas antes de votar: ¿Qué nivel de bienestar queremos? ¿Cómo lo podemos obtener? ¿Qué gobernante buscamos? ¿Quién de los candidatos tiene estas características? También hay una gran responsabilidad de los candidatos, partidos y coaliciones, emitir la información correcta, y como comentamos en la entrega anterior: “Se debe favorecer la comunicación eficaz entre interlocutores, compartirles un contenido más preciso y cercano que ayude a potenciar el mensaje, que sea asumido con más facilidad y de forma más clara y precisa.”

Está por iniciar el periodo de campañas, las tendencias en las encuestas se modificarán y la votación por Meade cambiará. ¿Por qué? La sociedad quiere un buen gobernante, no un buen candidato. Los ciudadanos quieren que el próximo presidente de la República tenga conocimiento, capacidad y experiencia para gobernar.

El presidente encabeza la administración pública, que la componen dependencias y oficinas de todo tipo. Debe tener la capacidad suficiente para integrar su equipo con buenos colaboradores y hacer que trabajen en forma coordinada. No se trata de sumar talentos que trabajen de forma aislada, sino de conformar un gobierno que sea efectivo y eficaz en la consecución de las metas diseñadas por el presidente.

José Antonio Meade, tiene esa capacidad, conoce la administración pública, por lo tanto, puede supervisar el trabajo de sus colaboradores y tener el temple para realizar los ajustes que sean necesarios, incluyendo los substituciones en el gabinete.

Un buen presidente debe tener claridad del rumbo de su gobierno, de las acciones que hay que realizar para lograr los objetivos planteados y de los apoyos que requiere para tal fin. Debe dar nuestras permanentes de liderazgo.

Meade tiene los conocimientos para diseñar una agenda política, para encabezar las principales negociaciones políticas del país, incluso entre actores de la sociedad. Tiene los elementos para sentarse a dialogar con académicos, periodistas, empresarios, organizaciones sociales, defensores de derechos humanos, etcétera, y plantearles algún tipo de respuesta a los problemas que tienen. Sabe escuchar, y estar atento a los planteamientos que se le hagan, pero luego formular algún tipo de respuesta, eso es lo que espera la gente de él: que tenga ideas pertinentes e idóneas para resolver problemas.

La actuación de un buen presidente debe basarse en un plan estratégico en el que se articulen con claridad los propósitos que hay que lograr, las áreas responsables de cada tema, los tiempos de ejecución de los proyectos y la forma en que se van a rendir cuentas respecto de los avances logrados y de los no logrados.

Los que no tienen experiencia en administración pública navegan sin rumbo, sin haber trazado una ruta sin tener la capacidad de identificar los pasos que generan políticas exitosas.

Meade tiene una gran capacidad de análisis, que le permite tomar decisiones, con rapidez y con eficacia, tiene autocontrol sobre sus emociones. No deja que le gane el enfado, el coraje, la rabia, ni siquiera la indolencia o el desinterés en algún tema, su presencia pública es comedida, sabe sentarse a acordar con personas de las que pudiera tener diversa información.

No elijamos lo menos peor, elijamos al que tiene honorabilidad, experiencia, capacidad que da reultados.

Este es Meade.

Ex ex legislador federal y local.

@Chucho_RH

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