Los resultados de la elección del domingo primero de julio en entidades como Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí, Nuevo León y Querétaro resultan atípicas frente al abrumador impacto que dejó en todo el país el arrastre electoral de Andrés Manuel López Obrador y de Morena, su partido.

Estos seis son de los pocos (si no es que únicos) estados de la República Mexicana en los que el morenismo no resultó triunfador. Esta condición se dimensiona más si agregamos que sólo en Guanajuato y Nuevo León ganó el candidato presidencial de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya Cortés. El resto las ganó López Obrador.

En esta media docena de territorios estatales triunfó la mayoría de los candidatos del Partido Acción Nacional (PAN) y sus aliados.

Querétaro en México. Mi hipótesis de esta situación es que en éstos la “marca” PAN sigue teniendo gran peso, pues la mayoría de su población está de acuerdo con su forma de gobernar o eligieron a panistas como opción para sacar del gobierno a funcionarios de otros partidos políticos.

Éste es el contexto en el que considero nos encontramos. Los panistas pueden cantar victoria en el estado de Querétaro, aunque debe ser de manera muy reservada, pues algunas de sus victorias —hasta ahora documentadas con resultados publicados en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP)— han sido mucho más sufridas y con más dificultades que en elecciones pasadas.

Por eso, de manera figurada, he comentado con gente cercana que el tsunami político lopezobradorista azotó a todo el país, aunque en Querétaro el panismo logró resguardarse y salir vivo.

Por cuánto hace al partido político de Andrés Manuel, sus resultados pueden calificarse de buenos, aunque pienso que equiparándolos con los obtenidos en otros estados del país no lo son tanto.

Su mejor competidor ha sido un famoso deportista, Adolfo Ríos, que, al momento de escribir estas líneas, se encontraba un punto porcentual abajo del candidato panista. En Ezequiel Montes, su abanderada, Elvia Montes, perdía por 58 votos a falta de la contabilización de sólo dos urnas.

A pesar de haber incorporado a sus filas a ex priístas que son hábiles en las acciones electorales, Morena mostró inexperiencia en estos menesteres. Eso no implica que llegue en similares condiciones a los comicios de 2021, cuando entre en juego la gubernatura del estado.

Un duro golpe. La tragedia política la cargarán el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su aliado, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), pues han sufrido la peor derrota electoral en su historia. Sus candidatos promedian una votación de entre 15 y 18%, lo que los coloca en el tercer lugar en las preferencias electorales queretanas.

De acuerdo al conteo preliminar de votos, el PRI podría ganar un par de diputaciones locales por mayoría y tres presidencias municipales. No más.

Cuenta el severo castigo que el electorado recetó a este partido en todo el país; cuenta que priístas y ex priístas en masa hayan votado por Morena preferentemente, y cuenta la pésima conducción partidista en la entidad de Juan José Ruiz.

La ironía es que dos de los candidatos independientes a las alcaldías de Tequisquiapan y San Joaquín renunciaron al PRI porque les negaron la postulación… y muy seguramente ganarán.

Los retos. En su futuro —aquí y en todo el país— está el plantearse la refundación y hasta el cambio de nombre. El PRI, tal cual, ha muerto.

El PVEM tendrá que analizar profundamente su actuación electoral, que ha venido a menos sobre todo a partir de su determinación de aliarse con el tricolor.

Por su parte, el PAN tiene que evaluar qué pasó y qué hará; cuenta con tres años de plazo que le brindó la ciudadanía para evitar sufrir un castigo similar al que impuso al PRI. Mejorar sustancialmente es su reto.

Morena debe demostrar que representa un cambio real para los ciudadanos. También tiene tres años para hacerlo.

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