Cuando era estudiante de preparatoria y sabía, desde entonces, que ni la Física ni la Química son mi fuerte, nunca dejaron de ser materias atractivas por el encanto que tenían los experimentos que me sorprendían y me llenaban de entusiasmo al conocer algo de lo que no tenía la más mínima idea. Definitivamente mi destino estaba tejiéndose en otras materias del área de economía y humanidades. La Física no deja de sorprenderme hoy día, en todo aquello donde sus leyes afectan, desde el rincón más sencillo de nuestra casa, hasta lo más recóndito del Universo entero. De la Química he aprendido menos, pero siempre he tenido en mente aquellos elementos que producen un efecto catalizador en cualquier proceso, entendiendo por ello, que aceleran ese proceso o la reacción de otros elementos en el mismo para un fin determinado. Así, para los temas sociales, vaya si nos hacen falta efectos catalizadores para las reacciones positivas de una comunidad entera. Recuerdo una anécdota sobre un poblado que era un punto que tocaba la carretera entre dos ciudades e inevitablemente había que cruzarlo con paciencia y rindiendo homenaje a los topes que habían colocado de orilla a orilla. Algún día, se le ocurrió a una familia colocar un puesto de quesadillas con un letrero de “Pague una y cómase dos, así nos conocerá”. La gente comenzó a detenerse. Aplicaba el principio sobre que toda buena carretera que nos indica donde hay mucha gente comiendo se recomienda por sí solo. Poco a poco se fueron colocando algunos puestos más y, al paso de los años, eran algunos lugares más que ofrecían comida casera. Lo interesante fue que la autoridad municipal comenzó a darse cuenta de ello y lejos de buscar ejercer un control o limitar los permisos, aplicó una estrategia sencilla de otorgar cursos de cocina, premiar los establecimientos limpios e impulsar el desarrollo de un mayor número de espacios, de tope a tope, que ampliaran la oferta de productos para generar mayores ingresos a sus habitantes. Hoy día, es un paso obligado para hacer un alto en el camino y encuentras un mayor número de productos para el viajero. Se consolidó como un lugar para comer bien, donde los viajeros y los vecinos, acuden con frecuencia. Esta anécdota sencilla me lleva a pensar en que una de las tareas del gobierno y de la sociedad, a través de diversas instancias, es asumir esa función de elemento catalizador, pensando en los propósitos de una ciudad, municipio o estado que reconozcan su vocación económica y social en temas como la industria, comercio, servicios, educación, turismo, salud, etc. En este 2014, Querétaro, ciudad y estado, viven un momento muy especial que ha sido fruto del trabajo y esfuerzo de mucha gente y muchos años. Estamos inmersos en un proceso de desarrollo y crecimiento que no solamente debemos cuidar, sino también buscar aquellos efectos catalizadores que propicien acelerar aquellas cosas positivas que tanto bien nos hacen con la generación de empleos y el incremento de oportunidades. Un ejemplo es el turismo. Hace treinta años no se encontraba ni siquiera un llavero de Querétaro, la oferta de cuartos no llegaba a cinco mil en todo el estado, a pesar que se reconocía el papel que la entidad ha jugado a lo largo de la historia de nuestro país y eso atraía visitantes. No había nada más allá que los jamoncillos y fruta cubierta para llevar un recuerdo. Las cajas de camotes acicalados eran ya un producto en vías de extinción. Ni hablar de muchos otros servicios que, más allá de hoteles y restaurantes, siempre son necesarios para los visitantes. Hoy, me queda muy claro que es gratamente diferente. Sin embargo, hablo de consolidarse cuando la gente llene los hoteles todos los días, ya que hasta la fecha somos de los mejores destinos de fin de semana. Habrá que buscar efectos catalizadores, con otras entidades y ciudades cercanas, para que podamos recibir turismo que pretenda viajar por la región en periodos de una o dos semanas y tengamos mayor afluencia de visitantes con mayor número de noches en la entidad y aprovechen nuestro magnífico aeropuerto. Aquí entran factores como el transporte seguro de ciudad a ciudad, acuerdos con prestadores de servicios de ciudades como Morelia, Guanajuato, San Miguel de Allende, San Luis Potosí y el propio Distrito Federal que se encuentran en un radio de doscientos kilómetros. Así, también hay otros temas, donde la química social puede ser un elemento catalizador que favorezca los niveles de bienestar a los que aspiramos y nos permita continuar con la gran calidad que distingue a este Querétaro moderno que deseamos conservar. *Director administrativo Desarrollos Residenciales Turísticos (DRT).

Google News