En el acto del 1° de mayo, al conmemorarse el Día del Trabajo, la protesta política de ciertos grupos rebasó los límites de lo que puede considerarse democrático, al igual que la publicación del día de ayer en algunos medios sobre presuntas comunicaciones del gobernador de Querétaro con otros políticos. Ambos acontecimientos reflejan el entorno tan difícil que se le presenta a Francisco Domínguez. En el primer caso se pretendió evidenciar en el acto del Día del Trabajo una protesta desmesurada a todas luces, con el fin de crear una imagen de desgobierno o de incapacidad de hacer frente a las inconformidades en ciertos sectores de la clase trabajadora. Y en el caso de las comunicaciones se quiso sembrar la duda en torno al manejo honorable y pulcro del actuar de Francisco Domínguez.

Creo que sin ánimo de caer en la tradición de la sospecha o de las teorías de los complots, tan típicos en nuestra vida política, es claro que nos hallamos ante una tentativa opositora que pretende cuestionar al actual sexenio, que no lleva más de siete meses, y del cual algunos tal vez esperaban respuestas políticas más inmediatas.

En efecto, pretender hacer ver al gobernador como alguien no amigo de los trabajadores no tiene ningún fundamento. Creo que más allá de que Francisco Domínguez no sea de origen obrero o trabajador asalariado o empleado de gobierno, sería un error considerar que no entiende a los trabajadores. Parte de su éxito político ha consistido en precisamente estar cerca de los intereses y de las necesidades de sectores de la población asociados con el rezago social y la desatención gubernamental. Ha sabido oírles y se ganó su confianza en varias elecciones consecutivas.

La protesta del 1° de mayo, sin importar el grupo político o personas de las que provenga, más bien refleja una falta de inteligencia de sus organizadores o promotores. Lejos de deslegitimar a un gobierno electo por amplia mayoría, va a propiciar la rigidez, la cerrazón o en su caso el extremismo político de sectores del actual gobierno, que tomarán como una agresión lo que fue una verdadera imprudencia política. La movilización y la protesta son importantes en todas las sociedades, pero llegar al extremo de la agresión o la ofensa no ayuda a los verdaderos demócratas. Por eso, es un verdadero desafío para este gobierno el que exista una oposición democrática que no apueste por la fractura de las instituciones o la disrupción del orden social.

Por el lado de las presuntas publicaciones sobre comunicaciones del gobernador del estado, Francisco Domínguez, es tiempo ya de que el INE y la Fepade desplieguen su facultad investigadora para esclarecer los hechos en torno a la elección del estado de Aguascalientes. Necesitamos saber la verdad de los hechos, sobre todo por presentarse en un contexto de lucha electoral, en el que pareciera ser que los partidos siguen la regla del todo se vale. El PRI y el PAN necesitan comparecer para aclarar su postura con respecto a la misión desplegada por sus respectivos candidatos a gobernador de Aguascalientes. Necesitan dar explicaciones, unos por dolerse de actos de probable intromisión en la elección y otros para justificar la certeza o falsedad de tal interferencia.

Sin embargo, hay un dato fundamental en todo esto: pareciera que las comunicaciones de un gobernador han sido violentadas y eso constituye un delito federal con independencia del contenido real o ficticio de las citadas comunicaciones. Es la procuraduría estatal la que debería de actuar e iniciar una investigación, para llamar a declarar a los probables responsables de un delito federal, que rebasa el ámbito del interés de una persona y que afecta, en todo caso, a un gobernador, representante de uno de los poderes del estado.

Quienes están detrás de estos dos eventos tal vez no han evaluado la verdadera fortaleza de Francisco Domínguez. Él viene de una carrera política formada desde la oposición y todas las elecciones que ha tenido las ha ganado con mayorías indubitables, en un contexto de competencia creciente, en donde ha sido clave el arraigo del actual gobernador entre la población y con los diversos sectores productivos de Querétaro.

A los queretanos nos toca hacer un llamado a los actores políticos, a que se conduzcan con responsabilidad ante la gravedad de los momentos que vive el país. Distraer a un gobernador con problemas reales o ficticios, que le distraen de los verdaderos retos y desafíos, no ayuda a nadie, ni siquiera a los propios opositores del gobernador. Pensar que desde el cuestionamiento fácil y la apuesta por el fracaso de un proyecto de gobierno los queretanos ganan es un error. Querétaro necesita y exige verdaderos opositores, leales a la Constitución y a las leyes, que propongan y también que solucionen los problemas.

Abogado

Google News