“Carnal” es, de acuerdo con el Diccionario de la lengua española, “individuo de una hermandad o cofradía”, “persona que, con respecto a otra, tiene el mismo padre y la misma madre, o solamente el mismo padre o la misma madre”, entre otras definiciones. En la política, parece hoy ser una expresión algo choteada pero pegajosa, referida al estrecho vínculo político entre un alto funcionario o partido que designa y aquel que es designado. Ah, carnales hay muchos, pero desde hace tiempo, los políticos tratan de orientar nuestra atención sólo a uno, el fiscal general de la República.

Recientemente, la senadora Xóchitl Gálvez publicó en su cuenta de Twitter lo siguiente: “Si en verdad queremos terminar con la corrupción, necesitamos una #FiscalíaGeneral autónoma. Es una demanda de todos los mexicanos. #NoAlFiscalCarnal”. Qué extraordinario sería que esto terminara con la corrupción, la que tantos mexicanos quisiéramos que desapareciera, pero, ¿cuántos carnales hay en la república que son cómplices y partícipes de los grandes casos de corrupción? Me parece que muchos. Sin embargo, subirlos al debate público no vende tanto como el famoso hashtag #FiscalCarnal.

Se trata simplemente de que los legisladores federales, concentrados por pocos años en México, no se olviden de dónde vienen y a quién representan. En las entidades federativas, de manera evidente y grave por sus consecuencias, existen vínculos de cofradía que convierten a los principales contrapesos del poder, en comparsas y operadores políticos. Pensemos, por ejemplo, en aquellos gobernadores que han dejado sus propios fiscales a modo, carnales pues, para que sean un brazo más del ejecutivo, que actúen cuando se les ordena y se frenen cada que se les indica, en un abierto acto de obstrucción de justicia entre superior y subordinado. No existe esa independencia ni autonomía por las que tanto se rasgan las vestiduras algunos políticos, pero poco o nada se debate y menos se hace.

Los carnales no terminan ahí, la familia en los estados es grande. Las Entidades Estatales de Fiscalización juegan un papel similar al de las fiscalías carnales, en asuntos de igual relevancia pero de distinto ámbito, la revisión del ejercicio del gasto y la legalidad del mismo, actividad determinante para detectar actos de corrupción. Así, los auditores estatales designados son, en muchos casos, también incondicionales de los mandatarios, jugando el papel de tapadera o ejecutores de órdenes, para obviar cosas y agravar otras. Peor aún, como sucedió en San Luis Potosí, son extorsionadores de presidentes municipales, quienes, para no ser observados, deben contratar los servicios de despachos externos ligados directamente con los altos mandos en las auditorías. Si tienes el despacho correcto, tus cuentas pasarán limpias, si no, pues podemos imaginarnos que estarán llenas de señalamientos y consecuencias jurídicas. También son aliados en cochupos que, afortunadamente, han sido exhibidos, pero que no han tenido consecuencias en la ley para controlar estas graves conductas. https://anticorrupcion.nexos.com.mx/?p=359. Son escándalos mediáticos pero de ahí en fuera, pasa poco.

Otros organismos y poderes han sido infiltrados por los carnales, que se han ido insertando en ciertas Comisiones Estatales de Derechos Humanos, también entre magistrados, Tribunales y consejeros electorales, de estos últimos dos cada vez menos, debido precisamente a que, por vía el texto constitucional, se ha logrado desvincular su nombramiento de las influencias del poder local, dejándolo en manos del Congreso federal con intereses políticamente no tan focalizados.

¿Por qué no pensar en normar estas designaciones desde la Constitución para liberar a estas posiciones del vínculo de agradecimiento con los padrinazgos locales? ¿Se les acusaría de centralistas? Centralista me parece pensar que todo el problema de la impartición de justicia, pero particularmente de la corrupción, gira alrededor de que el presidente pueda proponer al fiscal. Es necesario que, si se va a ir contra el esquema de nombramiento del fiscal en lo federal, se actúe también, desde el Congreso, para que no sólo se discuta sobre un carnal. Hay cientos en el país y no pueden negar su parentesco en línea directa.

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