Justo cuando estaban a punto de un enfrentamiento a morir o matar en la estructura entre los que hoy ocupan los puestos clave en la dirigencia nacional del PAN y la mayoría de los gobernadores emanados de ese partido, finamente imperaron los acuerdos. El partido tendrá algo parecido a una fórmula de unidad, que encabezará Marko Cortés y será acompañado por Héctor Larios, quien declinó a su aspiración de buscar la presidencia para acompañar a Cortés como su secretario general.

Quienes hacen análisis por encimita dirán que básicamente se dividieron las dos posiciones más importantes del CEN panista: la presidencia para el grupo anayista —que hoy tiene control del partido y del padrón—; mientras que la Secretaría General pasaría a manos del grupo mayoritario de gobernadores representados por el ex senador Larios. Pero esta negociación quizá tenga mucho más pactos inmersos, pues no podría entenderse por el nivel de políticos blanquiazules que tomaron parte en los acuerdos, que hubieran dejado de lado las posiciones de control dentro de su partido, porque ellas son determinantes para las grandes decisiones políticas.

Por supuesto que la figura visible del partido a nivel nacional es el presidente del CEN; no obstante, existe un órgano colegiado cuyas facultades superan en varios casos las del propio líder, se trata de la Comisión Permanente. Este colegiado, integrado por un poco más de sesenta panistas, entre los que ya no estarán Germán Martínez y quizá tampoco Felipe Calderón, en su calidad de ex dirigentes, está hoy controlado por el equipo de Ricardo Anaya. Empero, su conformación para el próximo Comité debió haber sido materia de la negociación entre los gobernadores y usted, sin duda. Es muy posible que esa comisión pudiera conformarse con mitad y mitad de sus respectivos adeptos, para obligar al consenso de estos dos grupos en cada decisión importante, como puede ser la designación de candidatos o los métodos para elegirlos. Esto no tendría, sin embargo, garantías, ya que los procedimientos estatutarios dan margen a traiciones, donde algunos pudieran ser incentivados para cambiar de bando, apelando a la naturaleza de algunos.

Se debió acordar quién será el titular del Registro Nacional de Miembros, que lleva el padrón de militantes, lo cual toma mayor importancia ahora que se ha vuelto a abrir la afiliación. Este listado, al día de hoy, es uno de los secretos mejor guardados en las dirigencias estatales y la nacional. Los militantes, actualmente ignorados, podrían volver a ser tomados en cuenta si conviene a algún interés y, de paso, daría tintes de democracia interna sin que necesariamente la hubiera. Si las próximas elecciones de candidatos a gobernadores, diputados federales y locales serán por el voto de los militantes panistas podría depender de quienes tomen las decisiones y qué tanto les convenga este método a sus candidatos. Aún vive la esperanza de muchos de que pudiera ser un regreso al origen democrático del PAN.

Otro tema sobre la mesa pudo haber sido un pacto de la libertad política de agenda y decisiones de los coordinadores parlamentarios, por lo menos del Senado, donde ya no se girarán instrucciones del CEN. Éstas se rebotarán entre el próximo líder Rafael Moreno Valle y la presidencia panista, sin imposiciones, como últimamente había sucedido.

Podemos especular que otro acuerdo pudo ser que Marko Cortés se abstenga de reelegirse para un segundo periodo que empezaría en 2021 y que lo llevaría a ser dirigente para el proceso de selección del próximo candidato presidencial del PAN en 2024. Así mismo, hay que recordar que se elegirán, en paralelo, 32 dirigencias locales, donde los gobernadores habrían pedido mano para poner presidentes de su confianza en los estados.

Así, la planilla Cortés-Larios habría sido diseñada con una serie de candados y contrapesos que iremos conociendo hasta que todos los órganos del CEN y los nombres de sus integrantes se conozcan, revelando los acuerdos debajo del acuerdo.

Google News