Andrés Manuel López Obrador sabe muy bien cómo usar a los medios de comunicación, casi siempre marca agenda en las primeras planas, ya sea con una propuesta polémica y cuestionable, como la de amnistía para los narcos o las becas a los ninis, ya sea con la adhesión de impensables, como Gabriela Cuevas, ya sea con un chiste, como “el oro ruso”, o ya sea con una imagen que busca enternecer o causar burlas, como las tortuguitas.

De Andrés se habla para bien o para mal, su conocimiento raya en lo aún inalcanzable para todos sus rivales y aunque sus negativos son amplísimos, también lo son sus intenciones de voto, siempre ha sido un fenómeno político, un hombre que todavía hasta el 2012 necesitaba de la cobertura de los medios y dependía, aún en gran medida, de los comentarios favorables de los mismos.

Pero hoy no necesariamente la cosa sigue igual, con un teléfono celular, con sus cuentas de redes sociales y con una buena estrategia, López Obrador dicta, hasta el momento, la agenda de la campaña. En internet no hay censura ni autocensura, no hay interpretación o descontextualización por un bite intencionadamente cortado, las redes le permiten expresarse tal cual es, sin cortapisas. Viraliza sus mensajes en minutos y los deja para la posteridad para quien quiera consultarlos, evidentemente, sigue convocando conferencias de prensa y designa voceros para su campaña, necesita aún de los medios tradicionales pero parece que su mayor apuesta mediática está en las redes sociales.

Esta elección estará definida en gran parte por los jóvenes menores de treinta años y muchos, muchísimos de ellos, han dejado a la radio y a la televisión en un segundo o tercer lugar de consumo, por ejemplo, hoy un muchacho promedio en sus veintes pasa la mayor parte de su tiempo libre conectado en Youtube, en Instagram o en Facebook viendo videos de cientos de autores, se informa por esos medios, si el contenido que recibe es periodísticamente válido, si cumple con los requisitos mínimos de neutralidad informativa es algo que poco le importa, él seguirá su costumbre porque es, justamente, la costumbre de su generación.

Pero, esto es lo interesante, nuestro hipotético ejemplo no necesariamente sigue a López Obrador, sino los contenidos digitales derivados de sus posicionamientos, la información en la red tiene una clara tendencia antisistema que finalmente termina por sumarle apoyos a la representación política del antisistema, ergo: termina por llevarle votos a Andrés Manuel.

¿Qué discurso actual ha podido enfrentar al discurso antisistema?, ¿qué agenda real se aprecia disruptiva o como una opción de tercera vía ante las voces que buscan romper el status quo?, ¿Anaya?, ¿Meade?, ¿los independientes?, ¿o ninguno?

A poco más de cinco meses para que el día de la votación, parece que nadie tiene preparada aún la estrategia que hará remontar al segundo lugar al grado de empatarle al puntero, lo han dejado dictar agenda, lo han dejado operar a sus anchas mientras intentan convencer a sus correligionarios partidistas de un apoyo que a estas alturas debería de ser un hecho consumado.

Las operaciones cicatriz llegaron muy tarde y siguen sin concluir, quizá, para cuando empiecen las campañas en abril, López Obrador sea inalcanzable.

DE COLOFÓN.— El futbolista en Morelos garantiza dos cosas: el triunfo seguro de un gobierno y ajustar cuentas con un gobernador.

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