Las elecciones del 6 de junio son trascendentales y en ellas se evidenciará la madurez política de los ciudadanos, así como su juicio y lectura de la situación que atraviesa México. Ello despierta un conjunto de interrogantes, por ejemplo, ¿qué nos han dejado las campañas?, ¿son los candidatos postulados opciones reales para un cambio?, y, ¿qué impacto tienen estas elecciones para México y el mundo?

Con respecto a la primera pregunta, una respuesta tiene que ver con el escenario de seguridad. Hasta hoy, el número de candidatos asesinados se cuenta por decenas, casi llegando al centenar. Es indignante. Recordemos: a varios los mataron en la calle en plena luz del día, a otros en lo oscuro de la noche, a algunos más mientras se trasladaban de un municipio a otro como parte de su campaña electoral y, vaya, incluso hubo asesinatos en medio de mítines.

Esta situación debe ser motivo de preocupación independientemente de los colores políticos a los que apoyemos. Una muerte es una muerte y hay que entenderla como una tragedia que pudo haber sido evitada si la situación estuviese mejor en cada estado. Hay dos razones inmediatas para comprender la violencia perpetrada contra los candidatos asesinados: una es el nivel general de inseguridad en el país, generadora a su vez de espacios y acciones susceptibles a la violencia, y la otra es el grado de interacción e influencia que ha logrado construir el crimen organizado en los partidos políticos y en la política en conjunto.

El segundo cuestionamiento es esencial y tiene que ver no sólo con si los candidatos tienen propuestas atractivas y oportunas, sino con quiénes son esos candidatos. Sobre todo en estos comicios, los partidos políticos han propuesto a actores, presentadores de televisión, luchadores, músicos, etc., como candidatos, lo que incentiva un muy interesante debate en torno a si su administración sería satisfactoria dada su formación y cualidades. No obstante, este movimiento se explica por la crisis de la falta de legitimidad que atraviesan los partidos políticos, que al recurrir a figuras del espectáculo buscan mejorar su imagen y atraer votos. Es una estrategia, no hay duda, pero evidencia el nivel de cultura democrática que persiste en el país.

Finalmente, la tercera pregunta nos abre el panorama. Las elecciones del 6 de junio las sigue México y el mundo. Son relevantes en cuestiones domésticas, ya que construirán gobiernos locales y diseñarán agendas, pero también son significativas en el entorno internacional. Nuestro país es una de las principales economías del mundo y su influencia es reconocida globalmente, por ende, las políticas doméstica y exterior tendrán eco en el globo.

Por ello, apoyar o restringir el proyecto político y los planes que emanen de él tendrá un impacto directo en la colaboración y cooperación internacional, así como en el apoyo a la agenda, valores y normas internacionales, como son el ejercicio de los derechos humanos, cuidar las prácticas democráticas, garantizando la transparencia, la rendición de cuentas y la participación de actores no estatales; y la protección del medio ambiente y mitigación del cambio climático a través del uso de energías limpias y renovables. Por ello, mucho se juega México este 6 de junio.

Niels Rosas Valdez
Escritor, historiador e internacionalista
niels.rosas@gmail.com
@NielsRosasV (twitter)

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