Una vez librado el 2017 y habiendo recargado la pila en esta temporada decembrina —que amenaza con extenderse como siempre hasta febrero—, es conveniente reflexionar sobre todo lo que se escucha, circula en medios electrónicos y que también expresan aquellos expertos en política, economía y otros tantos actores y líderes de opinión que se esfuerzan en vaticinar escenarios, o en imaginar posibilidades para este año.

No quiero subestimar la importancia de los análisis y la previsión de escenarios en los diversos ámbitos de la vida nacional, solo cuestiono el que muchos ciudadanos quizá nos ocupamos más en informarnos —o desinformarnos— al margen de las fuentes oficiales, atendiendo la súbita oleada de información de medios y fuentes no tan confiables, consumiendo en ello mucho tiempo y energía, y lo más preocupante, perdiendo enfoque. De repente es complicado distinguir la diferencia entre aquello que es información y meros rumores; entre serios artículos y textos debidamente fundamentados y efímeros encabezados provocados por el exceso de comunicación de algunos actores o especialistas; insisto, no lo critico, solo enfatizo que todo tiene importancia relativa y de esa manera debe ser considerado para formarse una opinión.

Este 2018 esperamos vivir el desenlace de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), con las implicaciones en los mercados y sectores que, desde hace algunos meses, ya presentan algún tipo de incertidumbre; viviremos también momentos sumamente interesantes —por no decirlo de otra manera— cuando se lance el disparo de salida de la carrera política por la presidencia de nuestro país, en donde algunos esperamos más con inocencia que esperanza real como cada sexenio, una lucha de ideas, conceptos y programas factibles de política transformadora de nuestro país, más que de descalificaciones, argumentos pueriles exhibidos de manera exacerbada en los medios electrónicos de comunicación. Esperamos también que, a pesar del ralentí en el que nuestro país ingresará en algunos meses, los grandes temas del país asociados al combate a la corrupción e impunidad, a la violencia que cada vez se acerca más a todos y la desigualdad social, se mantengan y no se utilicen como herramientas de un discurso ampliamente escuchado durante momentos políticos.

Siendo esta mi primer aportación del año, considero que debemos esperar principalmente que ese mexicano que llevamos dentro se empeñe más en lo que le toca, en lo que sí podemos cambiar: nuestros propios comportamientos y actitudes; yo espero que los funcionarios se empeñen más en cuidar el ejercicio de los recursos públicos, en seguir construyendo valor público y mejores condiciones para los ciudadanos; que los maestros se enfoquen en no solo transmitir conocimientos, sino en construir experiencias y conocimiento en sus estudiantes; espero que los empresarios, desde los grandes hasta los micro, se sumen al combate a la corrupción, se manifiesten con sigilo por sus trabajadores, por una producción de bienes o servicios que aporte valor económico y social; espero finalmente que todos demos más que el cien por ciento. Es en tiempos de cambio, en momentos de incertidumbre, cuando debe de brotar lo mejor de todos nosotros; es cuando debemos exhibir al verdadero mexicano que todos llevamos dentro, ese que es la mejor versión de nosotros mismos. Eso es lo que espero en 2018.

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