En estos días ha salido a la luz el contagio de Covid-19 por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.  Lo más curioso del caso es que  este personaje desde que comenzó la pandemia mostró una actitud incrédula ante la enfermedad, minimizando el problema, rehusándose a usar cubrebocas y a guardar la sana distancia, afirmando incluso que no era verdad, sino maquinaciones de China para desestabilizar su economía.

Irónicamente, ahora que está viviendo en carne propia los efectos del virus, pues en este fin de semana tuvo que ser hospitalizado y, según fuentes oficiales, estuvo en observación por exceso de temperatura y falta de oxígeno; salé en video afirmando que “ha aprendido” una lección importante, que ahora lo entiende mejor y que aportará soluciones para atacar la enfermedad. Todo esto después de más de 180 mil muertos en su país y casi 6 millones de contagiados, colocando a la unión americana en el más afectado por la pandemia.

Es característico de este tipo de “líderes”, populistas y egocéntricos, el no aceptar las dimensiones del fenómeno hasta que lo viven en persona, como si el universo girara en su entorno y las circunstancias adquirieran “seriedad” o sentido hasta que les toca vivirlas.

Situación que es grave, ya que este tipo de visiones no tienen cabida en quienes tienen la responsabilidad de guiar a una nación entera, con decisiones tomadas a la ligera, ni mucho menos con gente perdiendo la vida o luchando por su integridad.

Caso similar se presenta con el presidente de México, donde en una actitud necia y cerrada, ha llevado la pandemia al estilo Trump, es decir, minimizando el tema, diciendo que la pandemia “cae como anillo al dedo” o que se está avanzando en sentido positivo.

Frente a esta actitud que a muchos decepciona y a otros enoja, se presentan las crueles estadísticas que aumentan día a día. Más de 760 mil contagios y casi 80 mil muertos, una tasa de mortalidad de 12%, muy por encima de la registrada alrededor del mundo y una recesión económica de menos diez puntos del Producto Interno Bruto.

No obstante, el primer mandatario sigue con la misma postura y actitud. Retadora e incrédula. Sin usar cubrebocas ni cancelar eventos masivos, ni mucho menos, pedir que se cuide la sana distancia.

De esta manera, contrario a lo que AMLO ha rechazado tantas veces, su semejanza con Trump se hace manifiesta, pues comparte con él su egocentrismo y “terquedad”, así como su incredulidad frente a lo evidente; pero sobre todo, su postura defensiva y cerrada, donde no caben las críticas ni mucho menos los señalamientos, donde cualquier punto de vista diferente se convierte en una afrenta a su movimiento y en una entrada al grupo selecto de sus “opositores”.

Me parece que es en este punto  donde se debe tener cuidado, pues no vaya a ser que al igual que su homólogo de Estado Unidos u otros mandatarios similares, como Boris Jonhson en Reino Unido y Jair Bolsonaro de Brasil, sea hasta que el presidente viva en carne propia los efectos del virus, cuando tome en serio la pandemia…pues tal vez, para ese momento, ya sea demasiado tarde.

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