En el patio de un hotel de Oaxaca, la maestra Elvira Pérez me narró la muerte de su hija. El 20 de noviembre de 2011, Abraham Abdalá Ruiz Sánchez, hijo de la exsenadora priista Cirila Sánchez Mendoza salió de un bar e insistió en ir a ver Leslye Wilson Pérez, con quien sostenía una relación extramarital. Lo acompañaban su prima, Berenice Martínez y su amigo Yair Carbajal.

Leslye acababa de cumplir 25 años. No había planeado salir esa noche. Bajó a ver a Abraham Abdalá en piyama.

No volvió.

Al día siguiente varias personas la vieron caer desde un sexto piso en el fraccionamiento Punta Vizcaya, en el Rosario San Sebastián Tutla, Oaxaca. Tuvo fuerzas para pedir a quienes se acercaron a asistirla que marcaran al número de su tío.

–Estoy mal. Me aventaron –balbuceó.

Alguien llamó a una ambulancia. “Pero ella ya estaba destrozada por dentro”, me dijo seis años más tarde la maestra Pérez. Tenía la voz quebrada, un gesto inolvidable de dolor.

Las investigaciones revelaron que, esa mañana, la esposa de Abraham Abdalá, Zuilma Ortiz, y las hermanas de este, Cecilia y Eréndira Ruiz, irrumpieron en el departamento, acompañadas por un primo, Eder Javier Sánchez Ventura.

Hubo escenas de violencia que narró parcialmente Berenice Martínez, la prima de Abraham: dijo que las recién llegadas la habían golpeado, y que desde una habitación contigua oyó que le pegaban a Leslye:

“Escuché solamente los gritos y las discusiones y de ahí no escuché nada… después empezaron a salir Zuilma Ortiz y Cecilia Ruiz y los demás, y antes de salir fue que Zuilma me amenazó. Yo no sabía por qué me decía eso”.

Dijo que momentos más tarde vio el cuerpo de la muchacha, seis pisos abajo.

Los involucrados señalaron que Leslye se había suicidado. Su madre sostenía, sin embargo, que el cadáver presentaba moretones y rasguños en la espalda y los brazos. “A mi hija la aventaron”, dijo.

Con la evidencia que lentamente fue recabando, la maestra Pérez logró que las autoridades giraran órdenes de aprehensión contra todos los que habían participado en los hechos. Berenice Martínez fue detenida y más tarde liberada por falta de pruebas. Según la maestra Pérez, ella misma había llamado a la esposa de Abraham para avisarle que Leslye estaba en el departamento: “fue ella quien abrió la puerta para que Zuilma y sus acompañantes entraran”.

Abraham y Zuilma se dieron a la fuga.

Cecilia Ruiz fue detenida en 2015, y liberada por un juez de Oaxaca en 2017. Jair Carbajal también fue detenido, y absuelto (murió apuñalado en 2019 en la ciudad de Oaxaca). Edel Sánchez y Eréndira Ruiz continúan prófugos.

Cuando hablé con la maestra, habían pasado seis años desde que ocurrieron las cosas. Ella aseguraba que el gobierno priista de Oaxaca no había querido hacer justicia porque se hallaba en medio “la figura de la exsenadora”.

La exsenadora Cirila Martínez había muerto en 2013, dos años después del asesinato de Leslye. Pero un sexenio después, aún no había justicia. “Una hija muerta y ningún culpable”, me dijo la maestra Pérez.

Debido a su insistencia, Zuilma fue aprehendida en la ciudad de Toluca a mediados de 2018. A Abraham Abdalá Ruiz Sánchez se le incluyó en una lista de objetivos prioritarios.

Ruiz Sánchez había logrado evadir a la justicia a lo largo de diez años. Elementos de la Coordinación Nacional Antisecuestro, CONASE, lograron establecer que los domicilios que habían pertenecido a la exsenadora Martínez habían sido vendidos, “probablemente para solventar la fuga”.

Jalando el hilo del dinero llegaron hasta los socios de un sujeto identificado como Abraham Palacios, quien se dedicaba a la compra-venta de autos en la zona de Iztacalco. Comenzaron a seguirlos a través de trabajo de campo y labores de inteligencia.

Los socios los llevaron hasta un domicilio de Gustavo A. Madero, en el que los agentes establecieron un sistema de vigilancia permanente.

La madrugada en que lo aprehendieron, Abraham Palacios, nombre tras del cual, gracias a una credencial del INE falsa, Abraham Abdalá Ruiz Sánchez se escondía, había estado bebiendo en el bar La Playa, de Eje 3 y Cuauhtémoc.

A las cuatro de la mañana bajó del auto de su socio, con una copa en la mano y se dispuso a ingresar a su domicilio. Una década después de que Leslye fuera arrojada desde un sexto piso, Abraham Ruiz Sánchez oyó a los agentes decir que tenían en contra suya una orden por feminicidio.

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