E l significado de los conceptos de igualdad y no discriminación han variado según la época, ideología, principios éticos, religiosos, morales, legales y de la ubicación geográfica de las sociedades en el mundo.

El concepto de persona se ha venido modificando de acuerdo a diversas circunstancias; así, al mismo se le puede referir e identificar desde diversas perspectivas, según el credo religioso, político, social, étnico, jurídico, geográfico y por supuesto de la época histórica en la que ubiquemos el objeto o sujeto en estudio.

Las preguntas que brotan son: ¿Para qué y por qué? Pretendemos buscar respuestas a estas interrogantes. Una respuesta rápida, a reserva de lo que estudiaremos con posterioridad es: Los seres iguales deben de ser tratados de igual manera, sin distinción alguna, “considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; en otras palabras y quizá esto es parte de la conclusión, todos los seres humanos, desde que nos encontramos en el vientre de la madre, somos iguales y a pesar de ciertas reticencias de algunas sociedades o individuos de aceptar lo anterior, no debemos olvidar la esencia de igualdad humana y así preservar un mundo de paz, sin discriminación alguna y considerando a toda la humanidad como una sola familia. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. “La Encuesta Nacional sobre Discriminación, que realiza Conapred, dice que nueve de cada 10 trabajadoras domésticas no tienen contrato. Por supuesto, no hay vacaciones, ni posibilidad de estudiar ni atención médica y mucho menos seguridad social… Dice Ricardo Bucio, presidente de Conapred, que requerimos también “un cambio en la cultura social” (que en buena medida detiene con mucha fuerza el cambio legal). Lo que hoy se vive, añade, es “discriminación legal, institucional y cultural, que sostiene y reproduce para la sociedad, desde el interior de cada hogar, el clasismo, el racismo, el machismo, la minusvaloración del trabajo doméstico, y normaliza la informalidad laboral.”. Es cierto. La demanda, además, es muy concreta: que México ratifique (y aplique) el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, donde se establecen las condiciones mínimas de trabajo y las obligaciones para el empleador y para el gobierno”. Por supuesto que lo anterior, es decir; el derecho a la igualdad y a la no discriminación se puede lograr en México, recordando que: “Una nación de ovejas, engendra un gobierno de lobos” (Edward Murrow) y no olvidando que: El respeto se acumula, la honestidad se aprecia, el amor se gana y la lealtad se devuelve.

Desde luego, amig@ lector@, usted tiene una mejor opinión.

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