Luchar contra la desinformación en el contexto de la pandemia Covid-19, avalar y exigir que continúe la disminución del gasto por publicidad oficial —en todos los niveles de gobierno—, así como detener la estigmatización y la descalificación contra el gremio de periodistas por parte del Presidente López Obrador, deben ser los tres ejes para conmemorar o recordar el Día Mundial de la Libertad de Prensa, hoy 3 de mayo.

La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y la Cultura) recién publicó el documento “Journalism, ‘Fake News’ and Disinformation: A Handbook por Journalism Education and Training”, que consta de 7 módulos o capítulos.

Editado por Cherilyn Ireton y Julie Possetti, investigadora principal del Instituto Reuters de Estudios de Periodismo en la Universidad de Oxford, el handbook proporciona elementos para combatir la desinformación y la falta de sustento (sobre todo en social media), además de enfatizar la importancia de la verificación de datos y fuentes.

La prensa, más allá del soporte, el tipo de medio o el lenguaje, necesita urgentemente encontrar el equilibrio en la cobertura y el tratamiento de la información: ni buscar o caer en la generación de alarma o pánico, ni congraciarse o servir de correa de transmisión del régimen y gobierno en turno.

Traducido al momento actual: buscar matices entre aquellos medios y periodistas que en su afán por criticar y mostrar su enojo, personal incluso, contra el Presidente y la llamada “4T”, publican materiales que buscan crear confusión, molestia y pánico entre sus audiencias, aunque esto implique arrastrar la poca credibilidad que tienen.

Por otro lado, existen medios y periodistas que antes del 1 de julio de 2018 se distinguían por publicar materiales fundamentados de investigación y denuncia, pero a partir de la llegada de López Obrador a la Presidencia, han optado por bajo perfil o solamente destacar información que favorece al régimen.

Son contados los medios y periodistas que han mantenido la crítica y el distanciamiento con el poder en ambos supuestos.

El punto intermedio, sin afán de protagonismos o estridencia, pero con la calidad y los filtros de verificación de rigor, es la fórmula que necesita las audiencias.

Segundo eje: el recurso público vía publicidad oficial. Mientras el Congreso de la Unión no reforme la Ley General de Comunicación Social, será insuficiente disminuir el monto de recursos públicos que se gastan vía publicidad oficial, intención y medida, limitada pero avance al fin, que considero preciso reconocer al gobierno federal.

Sin embargo, persiste la discrecionalidad o el favoritismo en la asignación de recursos públicos a ciertos medios. En el fondo, la forma de ejercer el poder por el Presidente de la República no ha interrumpido esas prácticas y vicios con un sector de la prensa.

La revista Proceso publicó, el 11 de abril de 2020, el reportaje “La 4T cerró a medias la llave de la publicidad oficial”, de Mathieu Tourliere. Ahí se consigna cómo medios de comunicación propiedad de amigos del Presidente, y que circulan en Tabasco, reciben millones de pesos del erario.

El tercer eje para la Libertad de Prensa en México debe ser encontrar mecanismos y acciones colectivas, para detener la estigmatización y la descalificación que desde “el púlpito” matutino de Palacio Nacional, se escuchan todas las semanas.

La polémica de esta semana fue la crítica o el dardo contra la revista Proceso.

Ojalá el posible pronunciamiento que según cuentas de redes sociodigitales, habrá hoy domingo 3 de mayo por la tarde, u otras acciones, ayuden a detener las agresiones.

Coordinador del CUPI y profesor de la UAQ

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