En la posición de ser opositor, podía hacer acusaciones falsas y repetirlas y repetirlas hasta que se las terminaran creyendo, pero cuando eres gobierno, eso así no funciona, se debe partir de realidades, sino corres el riesgo de perder la credibilidad de la población, lo cual parece que es la tendencia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. No es lo mismo ser oposición que ser gobierno y ahora ésta podrá criticarlo con lo que quiera y como ya contestó, las cosas no se arreglan a gritos y sombrerazos.  Con la vara que midas será medido.

Las acciones tomadas por el presidente de la República para combatir el llamado huachicoleo son bien vistas y correctas, la mayoría así lo reconoce, lo que ha salido muy complicado, más de lo que seguramente suponía, fue la manera de implementarlo y sobre todo la forma de comunicarlo. Provocó psicosis que llevó a compras de pánico y eso ha vuelto más lento el control de la situación.  La manera de contar la historia le falta caras y nombres de quienes están involucrados y que se establezcan acciones penales que lleven a la cárcel a los responsables, de no hacerse, la población hará culpable al gobierno.

A Andrés Manuel López Obrador le falta un enemigo de nivel, alguien a quien culpar de todo lo malo que le sucede; lo de la prensa “fifi”, la mafia del poder, los conservadores, los ex presidentes no son de la altura adecuada para un presidente de la República, eran correctas para un candidato. Ahora debe replantear su estrategia de comunicación, aunque hay que reconocer que su capital político es tanto que aún le alcanza para eso.

Si recordamos a Felipe Calderón con su guerra contra el narco, no se pone en duda que la acción era algo necesario y correcto, pero la manera en que se hizo, le llevó a que lo marcara todo su sexenio.

Algo digno de analizar es la reacción de la población ante la falta de gasolina, mostró una reacción de pánico de un grupo de la sociedad, que aunque trajera, digamos medio tanque, quería estar protegidos y llenar su tanque, eso hizo que hubiera una compra excesiva de combustible y se agotara más rápidamente, además de crear líos viales, baja de productividad y afectación a la actividad económica, lo que me llama la atención es que por parte de gobierno del estado y del municipio no hubo información, con el argumento que no era de su ámbito y Pemex, como avestruz, escondió la cabeza y guardó silencio. Algo para analizar y a aprender. El hecho que la mayoría de la población, como lo indican las encuestas, está de acuerdo en la acción, prefirieron no intervenir, aunque los platos rotos los pagara un buen volumen de queretanos.

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