El país observa ansioso el avance de la epidemia de Coronavirus. Hace dos días, la enfermedad se apuntó su primera víctima mortal. En la trayectoria actual, es posible que la enfermedad se cobre varios miles de muertos en México.

Pero, sin negar la gravedad de la amenaza, es importante recordar que los mexicanos siguen muriendo de otras maneras, algunas espantosas:

En febrero, se registraron 81.1 homicidios por día, de acuerdo al reporte diario producido por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Considerando que esa serie tiene un subregistro de aproximadamente 20% con respecto a las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), se puede estimar que el número de víctimas de homicidio doloso y feminicidio se ubicó en torno a 2937 (conoceremos el dato preciso hoy en la tarde).

Marzo ha sido similar. Hasta el miércoles, el promedio diario de víctimas en la serie de la SSPC era 80.6. Si se mantiene esa tendencia (y eso dependerá en parte de las medidas que se tomen para enfrentar la emergencia sanitaria), podríamos cerrar el mes con 3120 víctimas de homicidio doloso y feminicidio.

Si se materializa ese escenario, cerraríamos el primer trimestre con un poco menos de 9000 víctimas. Eso implicaría un incremento aproximado de 4% con respecto al primer trimestre del año pasado, ya considerando el efecto calendario (este año es bisiesto y hay por tanto un día más en el primer trimestre). Si no hay cambio de tendencia, eso significaría con aproximadamente 36,000 víctimas de homicidio doloso y feminicidio en la cuenta del SESNSP.

Las cifras del SESNSP tradicionalmente tienen un subregistro de 7 a 10% con respecto a la cuenta del Inegi. Eso implica que probablemente tengamos entre 38500 y 39500 víctimas de homicidio en el transcurso de 2020. Déjenme poner ese dato en perspectiva. Hasta ahora, la tasa de mortalidad del COVID-19 se ubica en torno a 4%, incluyendo solo casos confirmados. Para que tuviéramos un número de muertes por esa enfermedad similar al que tenemos por homicidios, se requeriría que el número de casos confirmados en México llegara a 975,000. Es decir, doce veces más que los registrados en China.

Hay que recordar asimismo que la inmensa mayoría de las víctimas de homicidio son jóvenes. En 2018, 74% de las personas asesinadas tenía menos de 40 años. Un poco más de la mitad tenía menos de 30 años. Además, esas personas pertenecen en su mayoría a sectores poblacionales marginados. Entre las víctimas en la que se identificó el grado máximo de estudios (82% del total en 2018), casi dos terceras partes no pasaron de la secundaria.

Más allá de las cifras, están las historias atroces. Tan sólo el miércoles, fue hallado un cadáver desmembrado en Tlalnepantla y otro en Salamanca. El lunes, se encontró el cuerpo de una mujer, con marcas de violación y tortura, en Morelia. Ayer, fue ubicada una persona decapitada en Rioverde, San Luis Potosí, y otro en Nacajuca, Tabasco. Asimismo, hace dos días, hubo una balacera entre dos grupos de hombres armados en Ángel R. Cabada, Veracruz. Y casi al mismo tiempo, hubo un enfrentamiento que dejo tres muertos en Paracho, Michoacán.

En resumen, hoy toda la atención está concentrada en detener a un peligroso virus. Qué bueno que así sea. No obstante, aún en esta coyuntura, no hay que olvidar que miles de mexicanos mueren en condiciones horribles cada mes y que hacemos muy poco para evitarlo.

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