A pesar de que hay quienes piensan que “ya terminó”, la guerra siria presenta cuatro frentes que producen un altísimo nivel de violencia, dice un texto recientemente publicado, coeditado por AP y Haaretz. El texto indica que, en unas semanas, los rebeldes sirios derribaron un avión ruso, las milicias kurdas derribaron un helicóptero turco, Israel derribó un dron iraní y Siria derribó un caza israelí. Esto es muestra, dice el texto, de cuatro frentes de combate: (a) Assad contra los rebeldes, (b) turcos contra kurdos, (c) EU contra ISIS e (d) Israel contra Irán. Me parece que el artículo se queda bastante corto.

Primero el conflicto original entre el gobierno sirio y los rebeldes. Lo que inicialmente surge como efecto de réplica de la Primavera Árabe, y que se manifiesta como una lucha política, se entreteje rápidamente con una conflictiva sectaria-religiosa muy honda e intensa, y con factores internacionales que rebasan las fronteras sirias. Así, esta guerra tiene al menos tres niveles: uno interno, uno regional y uno global. Podríamos decir que esa situación hoy presenta el siguiente estado: (a) gracias a la intervención militar de Rusia y gracias al respaldo de las milicias proiraníes, además de la asesoría, armamento y financiamiento de Teherán, Assad ha recuperado la mayor parte del territorio del país. Esto lo apunta como el claro ganador de la guerra y a sus aliados como los vencedores del conflicto en los niveles regional e internacional; (b) una gran parte de los grupos rebeldes derrotados está teniendo que negociar su rendición, pero otra fracción sigue combatiendo; (c) como es natural, la sobresaturación de actores resulta en una competencia por espacios y territorio. Esto hizo que hace unos días, tras un asalto de fuerzas pro-Assad contra las milicias respaldadas por Washington para pelear contra ISIS, la aviación estadounidense atacara severamente a esas fuerzas sirias, un hecho que generó más de 100 muertes de combatientes leales a Assad; e (d) ISIS, que llegó a controlar la mitad de Siria, ha perdido casi todo el territorio que tenía. Sin embargo, esta organización está lejos de haber sido eliminada.

A lo anterior se añade el conflicto turco-kurdo. Las milicias kurdas, que fueron entrenadas y armadas por Washington precisamente para combatir a ISIS, hoy controlan un 25% de territorio sirio, algo inaceptable para Turquía, que tiene su propia conflictiva kurda en casa. Por ello Ankara ha iniciado una ofensiva militar para arrebatar a los kurdos diversas posiciones clave. Este conflicto coloca a Turquía y a EU, dos aliados militares tradicionales, en bandos opuestos.

Y luego está el otro conflicto entre Israel y el eje Irán-Siria-Hezbollah. A raíz del fortalecimiento de la posición de Irán y de Hezbollah, dos viejos enemigos de Israel, y a raíz de que ése es el bando que está venciendo en Siria, Israel, ya desde hace tiempo, ha decidido proteger sus intereses de manera directa. La aviación de ese país lleva, en los últimos años, al menos 100 bombardeos en territorio sirio. La semana pasada hubo una elevación importante de esas hostilidades.

En suma, el agregado de lo anterior —lejos de producir un grado de estabilidad tras la relativa derrota de buena parte de los rebeldes, por un lado, y la relativa derrota de ISIS, por el otro— presenta diversos potenciales de escalamiento en planos distintos. Queda claro que esta panorámica más amplia no es alentadora, pero mirar ese todo debe ser un inicio para pensar en cualquier posibilidad de resolución de una guerra que no es una ni cuatro, sino muchas a la vez.

Analista internacional

@maurimm

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