Cada que cambia el año vemos un desfile de lo mismo, las mismas “garras” y tendencias como en carrusel; vagamos del acampanado estilo Hendrix y su guitarra chillona con los 60 al tope, hasta las muy ridículas coronas de flores que no saben ni por qué las portan en un desfile de quinceañeras, luciendo en sus greñudas cabezas lo que la buena Janis  Joplin ostentaba al ritmo de “Piece of my heart”, en un acalorado Woodstock.

Cuando llegamos a estos menesteres en los que a cualquier rockero no le importa la vestimenta, sino el fragor de la música que retumba al unísono en cualquier concierto —sin importar la índole de éste— podemos hablar del ejemplo de la poderosa guerrera Tina Turner al ritmo de “Fool in love”, que nos hacía vibrar con su melena lacia y sedosa, que además movía con con su sexoso meneo, sin dejar fuera también a los gloriosos e inmaculados Beatles, quienes nos hacían llegar al cielo con “I wanna hold your hand” con cabellito del príncipe valiente, o incluso nos transportaban hasta las profundidades del mar con su “Yellow submarine” y su amarillo satinado  chillón. Y cómo olvidarnos de la simpatía con el diablo y “Paint it black” de los poderosos Rolling Stones, que por generaciones han pintado el alma de colores y estilo rocker inglés.

Brincando una década más en el tiempo nos encontramos con otro al que la moda no le importaba mas que un requesón, fue pionero del punk y “manda más” del escenario, se trata del estadounidense Gg Allin, quien podía lucir un traje de cuero y no precisamente de marca, e igual bajaba del escenario y gritando al compás de “Dont talk to me”.

Asimismo me late hablar un poco del señor Ozzy Osbourne y su tan peculiar estilo dark, cual si fuera un vampiro en Transilvania, pero si de color y besos de estrellas, gatos galácticos y del mismísimo diablo se trata, por qué no nombrar a los Kiss, quienes ataviados en plataformas, estoperoles y trajes multicolores enamoraban con su “I was made for loving you”, pero qué más que hablar de Led Zepellin y sus camisas floreadas, pantalones acampanados y la blonda cabellera del señor Robert Plant.

Terminando este breve paseo por la moda, cerramos con broche de oro mencionando al rey Elvis Presley, con su legado patillero y su copete envaselinado, su capita de Blue Demon y su traje empedrado cual vedette de Tívoli. Me despido no sin antes dejarles amor y un beso.

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