Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial que encabeza las preferencias en las encuestas, abre sus propios frentes en su contra que pueden debilitar esas preferencias electorales. Cuando todo parecía que le funcionaba a la perfección, sobresale esa personalidad que siempre le ha caracterizado, llena de soberbia y autoritaria. Crea sus propios enemigos para que lo fustiguen, critiquen y ataquen. Las elecciones no se ganan ni se pierden con encuestas; los votos deciden el resultado de una elección y ésta será el uno de julio próximo. Cualquier cosa puede suceder; hasta entonces, nadie debe arrogarse el triunfo o derrota anticipada. Ahí están los ejemplos de las últimas elecciones en los Estados Unidos, Perú o Argentina: perdieron los candidatos que encabezaban los pronósticos de las encuestas. López Obrador se irrita cuando lo contravienen y descalifica la libertad de opinión; esa postura es peligrosa, pues lleva al autoritarismo y a la censura. En el ejercicio del poder público, a la pérdida de libertades.

Andrés Manuel, sin mayores razonamientos, descalificó los comentarios del sector empresarial, a los que calificó de “corruptos”, entre otras cosas; para colmo, una de sus gentes de mayor confianza, Paco Taibo II, lo secundó con mayor fuerza y amenazó a los empresarios que no apoyen a López Obrador con expropiar sus empresas, amenaza que ha repetido el candidato. Ahí quedó la furibunda amenaza de la gente de Andrés Manuel. Ésa es en gran medida la preocupación y temor de millones de mexicanos que no concuerdan con este candidato, que en conjunto son muchos más que aquellos que lo apoyan, según las encuestas; preocupa que, de ganar las elecciones, haga exactamente lo mismo que Hugo Rafael Chávez Frías cuando arribó al poder en Venezuela: lo que en campaña prometió no hacer terminó ejecutándolo con sobrado cinismo y expropió la riqueza de la iniciativa privada. Hoy es un gobierno fracasado, con infinidad de problemas sociales, económicos y políticos. Los venezolanos, buscando una salida a infinidad de problemas de corrupción, encontraron el infierno en su camino; hoy no hayan cómo salir de la opresión en que se encuentran y lloran la pérdida de libertades de que fueron objeto. La amenaza dio respuesta inmediata del sector empresarial: por medio de un desplegado, los fustigados y tildados de corruptos se quejaron de las expresiones del candidato. Las opiniones de las partes se tensan y guardan distancia. Los empresarios no apoyarán a quien encabeza las encuestas; López Obrador no respaldará al sector empresarial.

Pilotos, controladores, sindicatos, empleados y demás que laboran en el Aeropuerto Internacional de la CDMX formaron un “frente” para manifestarse en contra de la postura opositora de López Obrador a la construcción del nuevo aeropuerto internacional. En conferencia de prensa, los inconformes advirtieron que se han hecho estudios profesionales de alto nivel internacional y nacional sobre la viabilidad y necesidad de la construcción del aeropuerto en el lugar en que se construye y la inviabilidad del que propone Andrés Manuel en Santa Lucía; asimismo, en el “frente” de trabajadores argumentaron que el nuevo aeropuerto creará miles de empleos en el sector aeronáutico y más. Por supuesto que esos miles de empleados no apoyarán al candidato que pretende cerrarles las puertas del desarrollo económico y aeronáutico. Hasta ahora no hay respuesta de López Obrador a la objetiva y progresista postura de los empleados del “frente”.

Una vez más, el escritor y ganador del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, cuando daba una conferencia en el país de Chile, Sobre Solidaridad Democrática en América Latina, afirmó que López Obrador se formó en la demagogia, el populismo y la irresponsabilidad de confundir los deseos con la realidad; también dijo que podría empujar a México a un desastre su eventual triunfo. Debe preocupar a los mexicanos; su triunfo sería con consecuencias muy negativas para América Latina. De alguna manera exhorta a los mexicanos a no votar por quien representa las mismas políticas populistas de Hugo Chávez. Andrés Manuel arremetió en contra; a Vargas Llosa le respondió de inmediato. El candidato dijo que de política no sabe nada, sabrá de literatura. Así de ramplón. La intolerante respuesta la produjo de inmediato, un ataque a la libertad de expresión por disentir de sus posturas populistas.

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