Nuestro país, y el mundo, atraviesa una situación inédita que están marcadas por la pandemia y un gobierno federal que impone su estilo personal de gobernar que a veces choca con las formas hasta ahora de hacer política.

Y en este escenario inédito vivimos un proceso electoral en el que se renuevan 15 gubernaturas, 500 diputados federales, además de los congresos locales.

En el caso de Querétaro, se renueva la ya mencionada gubernatura y los gobiernos de los 18 municipios, además de que se ponen en juego los 25 escaños de la legislatura local.

La pandemia ha imposibilitado hacer grandes eventos masivos en donde cada candidato suele mostrar su músculo electoral y convencer a las masas; lo esperado era que adaptaran e hicieran estrategias focalizadas en redes sociodigitales, pero han fracasado estrepitosamente, parece que su manual solo alcanza para pagar grandes espectaculares e invadir la vista de la ciudad con sus rostros con su sonrisa insípida y su eslogan intrascendente.

En elecciones anteriores, el músculo electoral no solo se veía en los mítines, donde claro, también había los innumerables acarreados y la industria electoral de la torta y el refresco tenía su auge; sino también en los mercados, en las calles donde la gente comentaba las elecciones; o con los taxistas que son todólogos y traen el pulso de lo que pasa en la ciudad, pero entre Uber y la pandemia, hasta ese pulso ha dejado de ser fiable.

Hoy, el tema de discusión es sobre cuándo nos tocará vacunarse contra el Covid19 y qué vacuna nos tocará, como si fuera un sorteo de la lotería. En vez de preguntarnos si va a ganar el PRI o el PAN o Morena, nos preguntamos si nos tocará la vacuna Pfizer, AstraZeneca, la Sputnik V o la Cansino. Toda una constelación de vacunas, pero sin tener la certeza de cual te tocará.

Y en lo electoral, el ambiente desangelado, sin levantar emociones, con candidatos que no conectan y con encuestan que dicen que esto está más que definido. Eso desanima más al elector que no ve incentivos en salir a votar por un candidato determinado.

Por alguna extraña razón, esto me recuerda la paradoja de la física cuántica del Gato de Schrödinger que plantea, en resumidas cuentas, que un hipotético gato en una caja puede estar vivo o muerto dependiendo de las condiciones aleatoria subatómicas y hasta que abramos la caja, lo sabremos. Así, tenemos unas elecciones de Schrödinger donde las encuestas no dan una certeza de cuál será el resultado, hasta que abramos las urnas para contar los votos. Aunque algunos ya están festejando por adelantado.

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