Para continuar con parte de las referencias históricas de lo que han representado o representan las cuevas en nuestro país, podemos decir que algunas de las cuevas que existen en México son de una belleza extraordinaria, razón por la cual son visitadas con frecuencia tanto por personas residentes, como por visitantes extranjeros. Por desgracia, dichas incursiones a estos recintos subterráneos, a lo largo de lustros o decenios, han alterado sus condiciones naturales originales.

Una de las cuevas que a lo largo de mucho tiempo obtuvo renombre nacional e internacional es sin duda la Gruta de Cacahuamilpa (del Nahuatl: cacahuatl = cacahuate; milli = cementera; pa = en -se interpreta como: “en la cementera del cacahuate”-), ubicada al norte del estado de Guerrero, en la vertiente sur del eje neovolcánico, cerca del pueblo de Cacahuamilpa y de Taxco de Alarcón; y enclavada en la barranca de Limotitla, sobre la vertiente oriental del Cerro de la Corona.

La boca de esta gruta tiene dimensiones colosales, con unos 21 m de altura y 42 m de ancho, con una longitud estimada originalmente de 1.5 km de longitud, pero actualmente es entre cuatro y cinco kilómetros siendo los primeros dos kilómetros los que se consideran parte del recorrido turístico actual. El 23 de abril de 1936, fue publicado en el Diario Oficial de la Federación, el decreto del Presidente Lázaro Cárdenas del Río en el que se reconoce como Parque Nacional Grutas de Cacahuamilpa, a la zona de la Gruta de Cacahuamilpa.

En esta región de Cacahuamilpa, originalmente habitaban algunos grupos de Olmecas y posteriormente Chontales, quienes llegaron a conocer esta gruta, donde al parecer realizaban algunas ceremonias de culto a sus dioses. Esto se llegó a comprobar porque se encontraron restos de utensilios prehispánicos en excavaciones del suelo de la cueva, realizados y referenciados por Mariano Bárcena en 1895.

Asimismo, en la época de la Colonia, los habitantes de los alrededores conocían bien la Gruta, pero mucho tiempo la ocultaron a los españoles, hasta que en el año de 1834 alojaron en ella a un personaje importante de Tetecala que se ocultaba de la justicia y por este hecho se dio a conocer públicamente la existencia de la cueva. A partir de ese momento, comenzó un desfile interminable de visitantes que continúa hasta nuestros días.

Por Cacahuamilpa han pasado toda clase de individuos, como personajes importantes del siglo XIX, como la Marquesa de Calderón de la Barca en 1841 y que las dio a conocer en su libro “La vida de México durante una residencia de dos años en ese país” (1843, publicado en 1959). Otros personajes que la visitaron fue la Emperatriz Carlota, esposa de Maximiliano, los Presidentes Don Sebastián Lerdo de Tejada y Don Porfirio Díaz; además de otros gobernantes, políticos, empresarios, artistas y por supuesto científicos, muchos espeleistas y turistas, que aprovecharon ver la belleza de sus espeleotemas.

Destaca, además, que por su imponente belleza natural y tamaño, esta Gruta también inspiró a poetas como M. Arroniz, que en 1853 escribió su poema “A la Caverna de Cacahuamilpa”. También escritos de autores como Gabriela Mistral (Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga: Premio Nobel de Literatura, 1945), quién durante su estancia en México, visitó la caverna y escribió un bello relato poético en 1923.

También algunos pintores plasmaron en lienzos imágenes de la Gruta de Cacahuamilpa, como Jean Baptiste Louis, II Barón de Gros, cuya obra “Las Grutas de Cacahuamilpa” pintado en 1835, constituyó probablemente su pintura más importante. Otro artista catalán, Pelegrín Clavé, pintó un óleo nombrado “Entrada a la Gruta de Cacahuamilpa” en 1846. Otro pintor, Eugenio Landesio, italiano, dejó un relato que ilustró con apuntes tomados in situ sobre una “Excursión a la Caverna de Cacahuamilpa y ascensión al Cráter del Popocatepetl”, que se publicó en México en 1868.

Otras narraciones de distinta índole sobre Cacahuamilpa fueron escritas y publicadas por un sinfín de personas. Algunas son sólo simples relatos sobre la belleza de la cueva o descripciones del viaje, sin abordar aspectos científicos. Así como también varios escritos anónimos, en español, alemán e inglés.

También destacaron algunas descripciones geológicas de la caverna, destacando el de Mariano Bárcena publicado en 1874 (Viaje a la Caverna de Cacahuamilpa, Datos para la Geología y la Flora de los Estado de Morelos y Guerrero. México. Imprenta del Gobierno, En Palacio, 1874). Otro trabajo similar fue el de Villada en 1888 (Relación de un viaje a la caverna de Cacahuamilpa).

Una de las primeras exploraciones de carácter científico se hace en 1835, en la que participaron el II Barón de Gros, entonces Secretario de la Legación de Francia; el Ministro de Francia, Barón de Deffaudis; el de Prusia, Federico Geroldt Velázquez de la Cadena y; el dibujante, Ignacio Serrano. Posteriormente en 1846, visitaron la Gruta profesores de la Academia de Bellas Artes de San Carlos, llevándose al cabo la exploración completa de la gruta y conociéndose gran parte de las cavidades y pasajes accesibles al hombre.

Pero destaca la primera incursión de un naturalista austriaco y sacerdote, Dominik Bilimek, quién fue el primero en realizar estudios de la vida en la gruta, que representan los primeros estudio bioespeleológicos en México. Este sacerdote agustino formaba parte del grupo de austriacos que acompañó a México a Maximiliano y su esposa. La afición de Bilimek en su tierra natal, fue el coleccionar fauna para los museos de Europa. Se sabe que cuando dejó el claustro, organizó un Museo de Historia Natural para Maximiliano en una abadía abandonada en la Isla de la Croma, en el Mar Adriático. Ya en México, organizó un gabinete de Historia Natural en la Casa Borda de Cuernavaca, donde se pasaba largas temporadas. Colectó muchos especímenes en los alrededores de México y Morelos, acompañado en algunas ocasiones por la emperatriz Carlota y sus damas. En 1866, Bilimek visitó las Grutas de Cacahuamilpa y colectó diversos ejemplares de fauna, de donde derivaron las primeras descripciones científicas de animales cavernícolas de México, entre los que habían arañas, amblipígidos, y otros artrópodos.

Posteriormente, surgieron otras expediciones a la caverna, por ejemplo de la Sociedad Médica Nacional en 1891. Ya en el siglo XX, expediciones de la Sociedad Geológica Mexicana; del Instituto Geológico de México, encabezado en 1922 por Salazar Salinas, quién es uno de los primeros que solicita levantar el plano de la caverna a la Secretaría de Agricultura y Fomento, quién a su vez se le encarga al Departamento de Exploración y Estudios Geológicos de la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.

Finalmente, destacan los trabajos de dos refugiados Españoles, ambos académicos de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional: El Dr. Cándido Bolivar, cuyo interés en la gruta, fue biológico y estratigráfico; y el Dr. Federico Bonet, que realizó uno de los trabajos mas completos sobre la Espeleología (del Griego: Spelaion =caverna; logia = tratado o estudio) de toda la región de Cacahuamilpa, que comprendía ocho cavernas: trabajo publicado en 1971 por el Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pero además, Bonet destacó por sus trabajos de artropodofauna.

Por último, cabe mencionar que el trabajo extraordinario de los Doctores Bolivar y Bonet, en relación a el estudio de fauna de cavernas que iniciaron tanto en Cacahuamilpa y otras cuevas, fue lo que se ha considerado como el inicio formal de la Bioespeleología (del Griego: Bios = Vida; Spelaion =caverna; logia = tratado o estudio) en México.

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