La producción de alimentos inicia con una semilla. Es decir que las plantas no sólo se convierten en productos para el consumo humano, pues también son materia prima en la producción de carne.

Se estima que de los productos agrícolas que abastecen a la población mexicana, el 80% proviene de pequeños productores. Así, las personas que sostienen la alimentación nacional reportan varias problemáticas dentro de las cuales se destaca el déficit de acceso al crédito, alto costo de insumos y servicios, pérdida de fertilidad de suelos y problemas para comercialización.

Dentro de los problemas mencionados, justamente la comercialización me parece interesante para analizar. Mientras la labor productiva tiene que adaptarse a los cambios generacionales, mediante la implementación de algunas mejoras que ofrece la tecnología, este es un proceso de observación y repetición de actividades entre cada cultivo; saberes y conocimientos que se adquieren por herencia y experiencia. Por otro lado, la comercialización se ha transformado quizás de una manera más vertiginosa: en un mundo en que las misceláneas escasean mientras que los OXXO abundan; los supermercados incrementan en número y tamaño, y el comercio digital está en auge. ¿Qué nuevos retos enfrentará el sector?, ¿a quién y cómo venden los pequeños productores?

Intermediarios y coyoteo. Durante mis estudios de especialidad en producción en invernaderos, en la Universidad Autónoma de Querétaro, hice mía la frustración de vender por abajo del costo de producción. La razón era que posicionar el producto en puntos de venta no es una acción tan natural como podríamos suponer, y en muchas ocasiones son un grupo de intermediarios quienes controlan cuánto producto se coloca en el mercado. Esta experiencia la obtuve en la producción de hortalizas que son de consumo inmediato, pero quizás la situación se agudiza en productos que se pueden almacenar por periodos más largos, como los granos.

Supermercados. Suponiendo que ya no importa a quién le vendas, mientras te compren, quizás optaríamos por los supermercados. Pero tampoco resulta sencillo pues las características comerciales y volumen que debe tener el producto son muy específicas; más complicado es aguantar los tiempos de pago de hasta tres meses. No cualquier productor tiene la liquidez y estabilidad financiera para quedarse tres meses sin ingreso.

Mercado digital. Al regresar a la nueva normalidad, caminaba por la calle Hidalgo y noté la gran cantidad de locales con cortinas cerradas y el anuncio de “se renta”; dos de ellos eran fruterías. El cierre de actividades no esenciales alteró el tipo de consumo, de manera sensible, percibo que aquellos locales que sobrevivieron fue porque hicieron un esfuerzo para implementar comercio digital.

Pareciera que existe una brecha relevante entre el productor y el consumidor, repercutiendo en la economía de ambos. En ese viaje que literalmente realizan los productos desde el campo hasta la mesa, se reporta que en países en vías de desarrollo se desperdicia hasta el 60% de los productos, repercutiendo económica y ambientalmente.

¿Cómo se podrían lograr mejores condiciones para  la producción agrícola, particularmente con los agricultores con menos recursos? Quizás el apoyo debería enfocarse en ese intercambio comercial, con fomento a la educación y financiamiento de proyectos que permitan hacer más eficiente y más corto el proceso de comercialización.

*Twitter: @chrisantics

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