No es sino hasta el S.XX cuando se instituye a nivel mundial el “Día Internacional de la Mujer”.

Los motivos que generaron la designación de este día, se originaron en Rusia, cuando la mujeres por falta de alimento se amotinaron y marcó el comienzo de la revolución Rusa provocando la caída del Zar y en el establecimiento de un gobierno provisional que por primera vez concedió a la mujer el derecho a voto.

A un siglo de éstos eventos, la mujer continúa su lucha por encontrar la equidad de género. Obtener las mismas condiciones y oportunidades laborales que los hombres.

Siendo una mujer pro activa, inmersa en el mundo laboral persiguiendo mejor condición para mi familia, me hice una pregunta al acercarse este 8 de marzo y fue, ¿Qué es lo que me motiva a celebrar el día de la mujer?, ¿en qué somos diferentes de los hombres?, ¿Quién “soy”?, y comienzo con ésta última pregunta que tiene que ver con el “ser”.

Hoy, soy madre, soy mujer, soy deportista, soy trabajadora, soy creativa. Pero lo que realmente me hizo sentir diferente de los hombres, es que soy Madre y soy Mujer y lo que me motiva a celebrar este día, es justo eso, la capacidad que tuve de dar vida, de continuar siendo mujer y de sí, encontrar mejores condiciones laborales para el sustento familiar. Sin embargo, el darme cuenta que busco la equidad de género, es mi obligación aclarar lo que me remueve cada día más. Y es que si bien buscamos condiciones laborales equitativas, nos estamos perdiendo en el rol de mujeres guerreras, libres y con capacidad de decisión.

Buscar la equidad en un mundo laboral, no nos debe hacer perder la mejor de las cualidades con las que contamos por el simple hecho de haber nacido mujeres, dar vida, procrear.

Revalorar la maternidad dentro de ésta búsqueda de equidad es un tema importante porque se nos considera poco productivas durante este proceso perdiendo de vista que somos las portadoras y pilares de ésa semilla que forma la sociedad.

Los sistemas actuales en el mundo laboral, nos han hecho creer que permanecer de 8 a 10 y hasta 12 horas en la oficina, denota a un buen trabajador cuando en realidad es productivo y efectivo, sólo 5 horas del día en promedio, salvo en las áreas de servicio y producción donde la dinámica es distinta. Pero refiriéndome específicamente al área administrativa, en la mayoría de los casos así es, por lo menos en México.

Para una mujer trabajadora, madre de familia, lo más importante es cumplir con sus labores efectivamente para poder disponer de lo que resta del día para regresar a sus funciones primordiales de madre, aunque la costumbre, refiriéndome a lo mencionado anteriormente, nos ha obligado a acostumbrarnos a aceptar permanecer en la oficina todas la horas que se estipulan, independientemente de si se cumplió con los objetivos del día.

Es aquí, la raíz, desde mi punto de vista, donde podemos empezar a cambiar, siendo más responsables y efectivos en nuestras responsabilidades para poder demostrar mi teoría de que no es necesario permanecer 10 horas, cuando has cumplido con tus tareas asignadas.

Estoy convencida que dando pasos pequeños pero firmes demostrando nuestra disciplina, responsabilidad y compromiso hacia nuestras labores en general podemos obtener muchos beneficios sin dejar de luchar por ser reconocidas de forma equitativa en el mundo laboral.

Lo anterior puede llevar muchos asteriscos, pero estoy segura que fomentando de una forma adecuada la productividad dentro de una empresa y quitando la idea de que “mientras màs tiempo pase en la oficina y me vea el jefe, más oportunidad tengo de ganar más” Lo escribo y me parece retrógada.

Google News