Platicando con un grupo de jóvenes mujeres caí en la cuenta de la enorme incertidumbre y miedo que experimentan en todos los ámbitos de su vida. Desde la inseguridad que siente al caminar por las calles y en el transporte público, pasando por el acoso que experimentan en sus escuelas y espacios de trabajo hasta el miedo que les llegar a casa por la violencia que sufren a manos de sus parejas, las jóvenes de México transitan por la vida con la seguridad de que vivirán algún tipo de violencia durante sus vidas.

La violencia contra las mujeres y niñas en México sigue aumentando. Las cifras que cada mes reporta el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, las encuestas especializadas del INEGI y las notas periodísticas lo confirman.

En México todos los días son asesinadas 10 mujeres, decenas desaparecen y miles viven el terror dentro de sus casas. Las estrategias para la erradicación de la violencia de género son tan variadas como variadas son las posturas políticas de los gobiernos responsables de atenderla. Lo que es común a todos es la enorme falta de interés por resolver el problema. La insuficiencia presupuestal, la incapacidad e incompetencia de las personas a las personas responsables y la "naturalización" de los actos de violencia cometidos contra mujeres y niñas, como si ese fuera nuestro destino, perpetúan la espiral de violencia de género contra las mujeres que hoy distingue a nuestro país y a nuestro estado.

Las autoridades insisten en su negativa de combatir la violencia desde su origen y sólo reaccionan ante los hechos de violencia más graves, culpando a las víctimas de la violencia de la que son objeto, ciegas a escuchar que su estrategia fallida desatiende la raíz del problema.

Atender la violencia contra las mujeres y niñas no es electoralmente "sexi" para las y los políticos porque no pueden cortar listones en inauguraciones populacheras donde les aplauden su maravillosa nobleza. Prevenir la violencia contra las mujeres y niñas, contrario a lo que pasa con las grandes obras de infraestructura, cuesta mucho y luce poco.

Contadas con la mano son los gobiernos y las instituciones que han decidido tomar al toro por los cuernos, a pesar de las consecuencias que acarrea abrir la cloaca de la violencia contra mujeres y niñas. No solo nadie lo agradece (y no tendrían por qué), sino que quién decide hacerlo se vuelve el blanco de señalamientos, calumnias y denostaciones brutales de los que abusan de las que, con justa razón, exigen vivir seguras.

Mientras tanto, las autoridades responsables de prevenir, investigar, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres duermen el sueño tranquilo de los que les importa un bledo lo que pase en miles de casas, calles, escuelas y empresas, porque ayer, en un acto público, regalaron mil ollas de tamales a mujeres violentadas “para empoderarlas”.

La violencia contra mujeres y niñas no cede y a las autoridades cada vez les importa menos.

Titular de Aliadas Incidencia 
Estratégica e integrante de la Red 
Nacional de Alertistas. 
Twitter: @mcruzocampo 
FB: maricruz.ocampo

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