Iniciando el mes de septiembre, el ejecutivo Federal dio su segundo informe, los expertos opinaron que fue “autocomplaciente y sin crítica”. Utilizó la alocución de sus conferencias matutinas, no hubo una reflexión objetiva sobre temas como salud, economía, seguridad y programas sociales. La centralidad es la estrategia de la administración se tergiversan hechos, datos y conceptos, propicia la expansión.

Días después, para ser precisos, el día 7 inició el proceso electoral federal, los ciudadanos decidirán sobre la próxima integración de la Cámara de Diputados y en todo el país se renovará la integración de un órgano de representación popular en el ámbito de las entidades federativas.

Estamos ante un riesgo real para la convivencia democrática del pluralismo político, opinan algunos columnistas, ante la pretensión del presidente para construir una nueva hegemonía. En la polarización política que promueve entre la opción que presenta y quienes no se adecuen con esos planteamientos y decisiones, la narrativa presidencial es clara y está dirigida a partidarios y beneficiarios de los programas sociales del Gobierno Federal.

Ante esto, ¿en dónde están los partidos políticos? En su momento dieron vida al régimen de la transición, fueron amparados por las leyes y contaron con presupuesto con el “fin de promover la participación del pueblo en la vida democrática” Sin embargo, en la elección del 2018 fueron minimizados. La destrucción del régimen de partidos es el dato crucial de nuestra vida democrática. No hay asunto tan relevante para la política mexicana contemporánea como ese: perdimos los contrapesos, las reglas y los cauces. No hay una propuesta de partido que construya una nueva institucionalidad, que promueva participación.

Ante este escenario, es la sociedad quien ha padecido las consecuencias de la deficiente e insensible gestión. La sociedad merece y requiere hacer uso de la voz para comunicar y manifestar el alto costo que para las familias del país tienen la incompetencia y la ineptitud del Gobierno Federal.

Los partidos tienen que refundarse, tienen que retomar esa voz de la sociedad y hacerla suya en acciones. El sufragio del contrapeso puede emanar de la experiencia real de quien confió y ha sido engañado en los hechos; de quien tuvo esperanza y ha visto perdida la calidad de vida de los suyos. Hay razones, pero vale recordar que el voto se busca al grado de surgir y refrendarse en distintos espacios de la vida nacional.

La posibilidad de lograr el objetivo de recibir votos y alcanzar triunfos requiere una estrategia electoral, en la cual parece afirmarse el ingrediente de la demarcación territorial del cargo: la entidad federativa, el distrito electoral federal o local y el municipio, aunado a las postulaciones adecuadas en escenarios complejos, es el reto real para construir entendimientos y, tal vez, alianzas, y desde luego es relevante el mensaje para ir en pos de la voluntad ciudadana.

Los partidos políticos tienen ante sí un panorama no fácil. Un monitoreo de los medios de comunicación nos permite corroborar que la mayor parte del tiempo de las noticias se refieren a hechos violentos en todo el territorio nacional. Reporte de enfermos, de personas que fallecieron, perdida de empleos o de la fuente de ingresos, la afectación a los procesos de enseñanza-aprendizaje, etc., y la sociedad se pregunta por qué.

Hace algún tiempo, don Jesús Reyes Heroles, señaló que había que tener temor al despertar del México bronco, que estaba dormido desde la Revolución Mexicana, pero que en cualquier momento podía despertar y manifestar su enojo por los errores de la clase política.

Propuso que “la única vía para ejercer la Justicia en México, es completar la democracia política con la democracia social”.

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