Luis Videgaray ya no tiene margen de error. La última vez que coordinó una reunión entre Donald Trump y el presidente Enrique Peña Nieto (EPN) le costó su cargo en la Secretaría de Hacienda y golpeó la imagen del gobierno federal. Por ello, la noticia de un nuevo encuentro entre los dos mandatarios, antes de las elecciones de julio, sólo puede tener un desenlace: un gran anuncio, como el acuerdo preliminar del nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, considerado el principal estratega político del presidente Peña y quien más le habla al oído, está jugando sus cartas desde la cancillería para apuntalar la campaña de su amigo José Antonio Meade quien no levanta en las encuestas. El gran as bajo la manga, el cual habría acordado ya con el gabinete del presidente Trump en sus múltiples visitas (secretas y públicas) a Estados Unidos, sería una pronta renegociación del TLCAN, contra todos los pronósticos.

Cuando Videgaray fue nombrado titular de la SRE, en enero del año pasado, una de sus principales encomiendas fue cabildear en Estados Unidos una rápida y “favorable” negociación del acuerdo comercial, pero la incontinencia verbal de Trump complicó la relación. Ni la supuesta estrecha relación con el yerno de Trump, Jared Kushner, ayudaron al canciller a zanjar los desacuerdos en temas comerciales, migratorios y de seguridad.

Ahora, tras la reunión que sostuvo Videgaray la semana pasada en Washington con funcionarios de alto nivel del gobierno de Estados Unidos, parece que algunos acuerdos, entre ellos el del TLCAN, se anunciarán en el contexto de la reunión de trabajo entre EPN y Trump en las próximas semanas. El mayor riesgo para el canciller es que, como sucedió en octubre de 2016, sea en México y Trump, en uno de sus arrebatos, la eche a perder con declaraciones como la del muro.

La sede de la reunión podría ser México, Estados Unidos o un foro internacional como la VIII Cumbre de las Américas que ocurrirá en Lima, Perú, en abril próximo y en la que están invitados tanto el presidente estadunidense como el mexicano. Sin embargo, esta última opción no es la mejor pues ya en enero de 2017, en el contexto de la cumbre del G-20, en Hamburgo, Alemania, Trump y Peña Nieto tuvieron su única reunión bilateral hasta ahora y no pasó mucho.

Como lo hemos escrito aquí, la posible llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia de México –o incluso la de Ricardo Anaya, quien, alardea, va a decirle en su idioma a Trump que México no pagará el muro– forma parte de las charlas informales que sostienen desde hace tiempo Ildefonso Guajardo Luis Videgaray con el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, y el yerno de Trump, por lo que se ha convertido en un factor adicional para la renegociación del TLCAN, aunque los funcionarios mexicanas insistan en que nada tiene que ver el proceso político-electoral.

Por lo pronto, los involucrados en la renegociación del TLCAN ya han dejado entrever que alcanzar un acuerdo previo a las elecciones de México es posible. Moisés Kalach, uno de los empresarios que acompañan al gobierno en el llamado cuarto de junto, ha dicho recientemente que confían en concluir las negociaciones antes de los comicios de julio.

En este mismo sentido se expresó hace unos días el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, mientras que el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, dijo que estaba “cautelosamente optimista” de que se pueda alcanzar un acuerdo con México y Canadá, puesto que es una prioridad para el gobierno de Donald Trump.

Casi todos hablan de marzo y abril como los meses definitorios. Aquí hemos dicho que la octava ronda de negociaciones, en marzo, coincide con la solicitud que tiene que hacer el presidente Donald Trump al Congreso de su país para extender el llamado Trade Promotion Authority (TPA), el cual le permite negociar acuerdos comerciales como el TLCAN con la venia del Poder Legislativo y otras partes interesadas, entre ellos los empresarios.

Dicho procedimiento especial expira el 1 de julio, día de las elecciones en México, pero su extensión debe notificarse al Congreso 90 días antes. Es decir que máxime el 1 de abril de 2018 el presidente Trump deberá presentar un escrito y un reporte sobre el progreso de las negociaciones en curso, al tiempo que deberá notificar al Comité Consultivo de Política Comercial y Negociaciones, conformado por líderes empresariales, patronales, think thanks y otras organizaciones no gubernamentales y, finalmente, esperar a que sea aprobado o rechazado por el Congreso a más tardar el 30 de junio.

Lo que parece ser un hecho es que México va a ceder en el asunto más delicado, el cual tiene entrampado el nuevo acuerdo: las reglas de origen que impactarán a la industria automotriz. Como ya trascendió, el gobierno mexicano aceptaría aumentar a 70% el contenido regional automotriz desde 62.5% actual.

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